Imagen: "Barco sonámbulo", Pavel Bergr

27 de febrero de 2013

La luna de Valencia (37)


                                                                                                                          Imagen: Mikko Lagerstedt




… girás mi cuerpo, muy suavemente, apoyás tu pecho en mi espalda, colocás el fósforo entre mis dedos. Hacemos el amor sobre un puente en llamas.

Abro un ojo, y después otro. 

La vida es sueño creía Segismundo, cuando despertaba prisionero en la torre. 
La vida es sueño creía Segismundo, cuando despertaba en palacio con los atributos de un príncipe. En el medio había una mujer enamorada, un padre cagón y culposo, una sublevación. Para Segismundo, los sueños tenían peso, tacto, temperatura; la realidad era una mancha borrosa, en blanco y negro.

Miro el puente negro, las vías grises, mi babero blanco.


(Continuará)


6 comentarios:

  1. Las frases en cursiva y sobre un puente en llamas le dan buen color a la narración, Betina. Me gusta además la mezcla de registros. La inclusión de expresiones vulgares como "padre cagón" en medio de un discurso más bien neutro funciona bien en tus textos. O lo del babero al final. Sin querer vas armando un libro.
    Beso. Luis.

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    1. Sí, está la cursiva para los sueños, otra fuente para el relato propiamente dicho y otra para las entradas de diccionario. Salió así, no hubo plan previo. Cuando advertí que la historia se iba tejiendo a partir de esos tres recursos, sí los empecé a usar adrede para ir estructurando los "capítulos".
      Qué bueno que no te hagan ruido las "malas" palabras. No suelo usarlas cuando escribo, pero también sentí que aquí encajaban, no sé bien por qué, ya que- como decís- el resto del discurso tiene un tono más "neutro".

      Un beso, Luis

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  2. Soñar no cuesta nada...
    No soy muy soñador, pero me gustan estos sueños que intercalás con la surrealidad. Surralidad que ya a esta altura está decididamente teñida de desesperanza.
    Ya te dije que me gustan las descripciones. Más que metáforas, hay muchas comparaciones que dan para detenerse en cada una, más que en el panorama.

    Aplausos de espectador invisible ;)

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    1. Esta historia es como una matrioshka onírica (un sueño dentro de un sueño dentro de una realidad bastante surreal...)

      La sirena muda agradece los aplausos :)

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  3. Me gustan más las malas palabras que las palabras bonitas, Betina. El único tema es cómo usarlas en el momento preciso y sin que quiebren demasiado el registro. Vos conseguiste un equilibrio justo. A muchos escritores les cuesta o les costaba usarlas. Es famosa una frase de Cortázar donde dice que no podía usar la palabra concha pese a que a veces la necesitaba más que los cigarrillos. Y sin embargo la usa, por caso, en "El otro cielo", uno de sus cuentos más hermosos.

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    1. Lo de "malas" palabras estaba entre comillas porque ya sabemos que las pobres no deberían ser descritas a partir de esas categorías. En la escritura- y en la vida- no soy muy puteadora, lo cual no quiere decir que no me raje una buena puteada cuando la ocasión lo amerita. El punto es ese: cuando la ocasión lo amerita, lo soporta, lo exige, en la vida o en la ficción.
      Al respecto no puedo dejar de recordar a Roberto Fontanarrosa y su inolvidable defensa de la palabra mierda en el Congreso de la Lengua.

      Hermoso "El otro cielo", sí.

      Un beso, Luis.

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