Imagen: "Barco sonámbulo", Pavel Bergr

25 de diciembre de 2011

Muchas Felicidades según...

Woody Allen (Manhattan)

 

¿Por qué vale la pena vivir? Es una buena pregunta... Bueno, hay varias cosas que creo hacen que valga la pena. ¿Cuáles?...Bien, para mí... yo diría... Groucho Marx, por decir una... El segundo movimiento de la Sinfonía de Júpiter... y Louis Armstrong, el Potatohead Blues...Las películas suecas, naturalmente... La educación sentimental, de Flaubert... Marlon Brando, Frank Sinatra... Las increíbles manzanas y peras de Cézanne... Los cangrejos del Sam Wo's... La cara de Tracy.

Muchas Felicidades según...

El cartero de Neruda (Il postino)




Número 1. Olas en la Cala di Sotto. Pequeñas.

Número 2. Olas, grandes.

Número 3. Viento del acantilado.

Número 4. Viento a través de los arbustos.

Número 5. Redes tristes de mi padre.

Número 6. Campanas de la Dolorosa, con sacerdote.

Número 7. Cielo estrellado de la isla. Hermoso, pero nunca había notado que era
                 tan hermoso.

Número 8. Corazón de Pablito.


19 de diciembre de 2011

Muchas Felicidades




* El musguito que crece en algunas veredas, entre las uniones de las baldosas.

* Pasar debajo de un jacarandá justo cuando se desata una levísima lluvia de flores. 

* El Rosedal en noviembre. Es tan lindo y perfecto que a veces parece artificial, casi kitsch.

* El Jardín Botánico con lluvia, con sol, nublado, siempre.
* Los gatos del Jardín  Botánico.
* Las estatuas del Jardín Botánico.
* Los invernaderos del Jardín Botánico.

* Cualquier parque, cualquier fin de semana de primavera, otoño o verano.
* El Parque General Paz.

* El olor del viento previo a la llegada de la lluvia.
* El sonido de la lluvia.
* El olor de la tierra mojada.

* Entornar levemente los ojos y sentir en la cara el sol del atardecer.

* El olor del pan horneándose.
* El aroma de los jazmines.
* El aroma del café.
* Ver cómo el azúcar se va hundiendo despacito en la espuma de un expreso cortado.
* El olor que queda en el pelo después de haber estado una tarde junto al río.
* El olor que queda en la piel después de una caminata al sol, junto al mar.

* Las frutillas.
* La albahaca.
* Las almendras.
* El tilo.
* La menta.
* El cedrón.
* La vainilla.

* Algunos cielos.
* Algunos suelos.

* Las margaritas.

* Algunas calles.
* Algunas casas.

* El sol de noviembre, el sol de abril.

* Los perros.
* Los gatos.
* Aquel gato en la ventana de una casa de Parque Chas.

* Los árboles, con cierta luz, en ciertos momentos del día.

* Los nacimientos.


                                         

12 de diciembre de 2011

Serendipia 2


              El revólver de burbujas de Paul Gallico


Domingo, mediodía. O. y yo queremos comer pizza. Descartamos las opciones gourmet (finita a la piedra con rúcula oliva y parmesano en Belgrano o Las Cañitas) y nos decidimos por una media masa tradicional bien sabrosona en “La Rey”, de avenida Corrientes cerca de la 9 de julio. 

Paseamos por Lavalle que, a medida que avanzamos hacia el bajo, se va volviendo semidesierta. Caminamos hacia Corrientes y nos cruzamos con una nena que fabrica nubes de  burbujas con un artefacto ad hoc. O. comenta: mirá, me hizo acordar…hace mil años leí un libro que se llamaba El revólver de burbujas, el autor era Paul Gallico… nunca más lo vi en ningún lado.  
Entramos en “El gato negro”, tomamos un café y un té. 

Seguimos paseando por Corrientes y, como de costumbre, entramos en las librerías y repasamos atentos las mesas de usados. En una de las mesas, O. detiene el movimiento de sus dedos pasando los libros, saca uno, me mira. Me acerco y leo.
Allí estaba:

6 de diciembre de 2011

Misterio Absoluto



Ocasionalmente me calzo mis zapatos negros de taco aguja y camino como una reina.
Usualmente me calzo mis chatitas y no paro de caerme y trastabillar.
                                                                ?

2 de diciembre de 2011

Serendipia* o Cosas de las que nunca oímos hablar o de las que no hablamos hace millones de años y que apenas las mencionamos aparecen por ahí



Sábado, tarde. M.A. viene a casa. Ella, O. y yo hablamos de la música de los ’60 y ’70. Mencionamos varios grupos. Ja, ja, sí, te acordás, decimos los 3.

M.A.:… ¿y de Bovea y sus vallenatos se acuerdan?  
O.  y yo: ¿Eh? 
M.A.: Bovea y sus vallenatos.
O. y yo: No, ni idea, ¿qué es eso?
M.A. nos  explica.
“Ah, mirá vos”, decimos nosotros. “No, jamás lo oímos nombrar.”

Sábado, noche. O. y yo paseamos por la avenida Triunvirato. Pasamos por la heladería Italia. Pasamos delante de una zapatería, “Chinelas Edén”. Nos ponemos a mirar la vidriera, iluminada con tubos fluorescentes, con zapatos de vieja  dispuestos en estantecitos aquí y allá. Mezclados entre los calzados,  algunos LP de vinilo (“seguro que los metió el nieto/a del dueño para darle un poco de onda”, digo). En eso, entre los LP, la epifanía. Allá estaba: Bovea y sus vallenatos.

* Descubrimiento o hallazgo afortunado e inesperado. Casualidad, coincidencia o accidente.

29 de noviembre de 2011

Canciones de la nada



Me sucede muy a menudo mientras camino por ahí. Comienzo a cantar una canción o a tararear una melodía que irrumpe en mi cabeza de la nada, de sopetón, porque sí.
“¿Por qué estoy cantando esto? ¿De dónde salió?”, suelo preguntarme. Y casi siempre la respuesta es: no tengo idea.  Son canciones que escapan de toda lógica; aparecen sin avisar y así, de pronto, me encuentro cantando:  
Palomitas enamoradas/ en el aire parecen los pañuelos/ que levantan vuelo y muy juntas van/ con gracia y donaire siguiendo el compás… Para enganchar unos pasos más adelante con Willkommen, bienvenue, welcome/ Mjumju, étranger, stranger/ mjumji,mjumjiju*, je suis enchanté/ happy to see you, mjumju, reste, stay. /Wilkommen, bienvenue, welcome, im Cabaret, au Cabaret, to Cabaret… Y luego, quizás: Suave, cómo me mata tu mirada / Suave, como el perfume de tu pieeel/ Suave, tarararara** /como siempre te soñé / como siempre te soñeeeeé…   
Y así.
Siempre me sorprende este asalto musical. No responde a ninguna causa, es un repertorio aleatorio, caprichoso, sin ton ni son. “Por algo aparecen esas canciones”, dirá  algún manual de psicología barata y zapatos de goma. Sí, supongo. Como los sueños. Pero yo prefiero no interpretar nada y disfrutar de ese loco jukebox que viaja conmigo y que musicaliza mis caminatas sin que pueda prever dónde va a caer la ficha en la próxima baldosa. 

* Términos provenientes del alemán,  según mi personal evocación fonética.
** Ni idea qué dice ahí (en español).

26 de noviembre de 2011

Mientras miro las nuevas olas


Creo estar llegando a la blogósfera en los albores de su extinción. 

Está claro que no soy oportuna, que no se me da eso de estar “en el lugar justo, en el momento justo”,  y que, probablemente, me hayan cambiado al nacer, porque la audacia, la impulsividad y el arrojo propios de mi signo zodiacal no me describen en absoluto. Soy insegura, indecisa, perfeccionista hasta la náusea y, por lo tanto, suelo llegar tarde. 

A mi favor diré que, a pesar de tanta vuelta, una vez que emprendo un viaje no vuelvo atrás, aunque los vientos no me sean favorables. Así que, mientras veo cómo la marea se repliega y los blogs comienzan a ser  barquitos que se van perdiendo brumosos en el horizonte,  yo me subo a esta Luna de Valencia dispuesta a dar batalla y navegar contra la corriente.

Bienvenidos a este viaje anacrónico.