Imagen: "Barco sonámbulo", Pavel Bergr

19 de febrero de 2013

La luna de Valencia (16, 17 y 18)





XVI

Fin: término o remate de algo. // Objeto o motivo con que algo es ejecutado.

Cuando terminaba de ver una película o de leer un cuento, siempre desconfiaba. La muerte del héroe, o la boda, o el crimen resuelto, o el suicidio.

Y después qué. Y a los costados qué. Y sobre todo para qué.

Parece que se acabó. Sin túnel, sigo sin principio ni fin (mucho menos “objeto” o “motivo”), pero recuperé los márgenes. Que no me reservan grandes sorpresas, pero al menos se dejan ver. Como una película que pasa a toda velocidad, sin detenerse en anécdotas, personajes, ni conflictos. Como un rollo velado. Como una sucesión de cuadros donde entra más o menos luz, ningún sonido, ninguna imagen. La mejor película de mi vida.

Y gratis.


Camino acompañada por otra mujer, por calles de piedra, con puentes de piedra. Se acerca una procesión de hombres y mujeres jóvenes. Las mujeres llevan una vara larga con un trozo de gasa de diferentes colores en los extremos. Las varas dibujan en el espacio el contorno de un pez, lleno de escamas fosforescentes. Se acompañan con instrumentos musicales. Cuando se interrumpe la música, todos se detienen. Cada hombre toma a una mujer de cualquier parte del cuerpo. Si la vara que ella sostiene queda al alcance de su mano, se la cede: ganó el varón. Si no, ella continúa danzando.

Me uno a la procesión. Soy tocada por muchas manos, muy suavemente. Los movimientos son delicados, sensuales.

Mi amiga desaparece.

XVII

Me despierto con un rayo de sol en el centro del pecho. Estoy caliente. 
Me desprendo despacio los botones de la camisa, me la saco. 
Extiendo el brazo fuera de la ventanilla, sosteniendo la camisa entre los dedos índice y pulgar, como una bandera blanca. La camisa se agita, tiembla, baila enloquecida. El viento se acomoda en mi nuca, recorre mi espalda y mis pechos, tengo el sol metido en el estómago, la vida me sonríe, los pajaritos cantan y la camisa se suelta de mi mano.

Dios mío, no te lleves mi camisa, es casi una niña, todavía tenía tanto por mancharse, por arrugarse, por ser feliz.

Carajo.

Saco el pañuelo del bolsillo trasero del jean. Está todo arrugado pero sequito. Lo estiro con las manos, me lo ato con un nudo atrás de la nuca. 

Qué bonita ella con su babero.

Estoy cansada. 

Estoy vieja. 

Una vieja con babero. Y con un diccionario.


XVIII

Baboso/sa:// que carece de edad o condiciones para lo que intenta.

A la vejez, viruela. 
Dios mío, te prometo que voy a leer más páginas, que voy a ir más rápido... No, eso no depende de mí, el tren hace la suya y ni siquiera sé si depende de él, ya viste lo del túnel, yo creo que él tampoco quería pero es así, somos juguetes en manos del destino, perdón, somos juguetes en tus manos. Dale, un poquito más de cuerda, qué te hace, por ahí no falta tanto, por ahí ya estamos cerca de alguna estación.


(Continuará)

 

2 comentarios:

  1. El recorrido de este diccionario, en ocasiones me envuelve...Un abrazo.

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  2. La camisa me evocó las gasas de la danza. Me gustó ese ritual.
    Seguimos viajando...

    Beso

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