Pintura: Duyh Huynh
El parto es brevísimo e indoloro: apenas un temblor, un leve hormigueo.
Cuando abre los ojos, cientos de mariposas salen de su vientre batiendo las alas. Las mariposas no se apartan de ella inmediatamente.
Por un instante, necesitan sentir el calor de su regazo y escuchar lo que su
voz murmura en secreto. No es mucho lo que su madre tiene para decirles:
que cada una cuide bien de sí misma. Que no se hagan daño las unas a las otras.
Y que gocen del vuelo.
Algunas mariposas vivirán dos semanas; otras, una semana,
y otras, solo un día. Pero ese dato no es relevante, y la madre lo calla.