Imagen: "Barco sonámbulo", Pavel Bergr

16 de febrero de 2013

La luna de Valencia (7, 8, 9 y 10)


                                                                                                                       Foto Bet Z

VII



Me golpeo la cabeza contra el respaldo. Me froto los ojos. Parece que paramos. Viene bien estirar un poco las piernas.


Camino por la estación. Está llena de boletos viejos, de paquetes de puchos vacíos, de caca de perro. Ajá. El tren sigue quieto. Veo un asiento de madera, camino despacito hacia él, me siento. Tengo ganas de llorar. Lloro, con pequeñas convulsiones. Lloro más. Lloro a gritos. Grito. Me paro arriba del asiento y lloro, grito, me babeo, me atraganto, toso un poco. Suspiro. Bostezo. Tengo toda la cara mojada. Me siento. Saco un pañuelo del bolsillo, me sueno la nariz. Suena la bocina del tren.

Me levanto pero, apenas empiezo a caminar, veo que arranca. Corro al lado del tren que va acelerando, rozo el pasamanos que se me escapa, Dios mío, no te lleves el tren con mi diccionario, sólo recuerdo que tiene un lomo azul, gordito, y que no viene en Braille, pero lo necesito. Logro aferrarme del pasamanos, levanto los pies de suelo como si fuera a subirme a un tren, lo hago.



Lo que cuesta mantener la fe intacta, en estos días.



VIII

Hosanna
Hospicio
Huilón
Hueñi


Enciendo un cigarrillo -el último-. Me recuesto a lo largo de los dos asientos y disfruto de la vida. Es un día primaveral, o invernal pero cálido, o subtropical con estación seca. No, no, eso no. No sé cuándo ni en qué circunstancias lo dije alguna vez, pero era incorrecto y me arruiné unas vacaciones. ¿Para qué servían las vacaciones? ¿Y de qué estaba cansada? Lo único que recuerdo es que caminaba mucho por la playa y juntaba piedras y caracoles que después guardaba en frascos o cajas de vidrio. Una vez vi una foca muerta. Otra vez vi una señora que no estaba muerta pero tenía la boca abierta como la foca, y a mí me daban ganas de tirarle las piedritas que había juntado. Después me dio pena. Había tardado horas en elegirlas; brillaban al sol, con diferentes colores. Las apreté fuerte en mi mano. Más tarde las guardé en un frasquito de perfume vacío.



Tiro el pucho por la ventanilla, da dos vueltas rápidas en el aire y sale despedido hacia atrás. Pobre. No sabe que atrás no hay rieles, ni hay camino, ni hay tren.



IX
 
Disminuye la velocidad. Me asomo para ver si distingo la estación. Sí. Allá.
Hay un reloj redondo con el vidrio roto, el cartelito de la boletería, el puente.


El puente.


Te veo atravesar el puente (creo que estás silbando). Saco medio cuerpo afuera de la ventanilla, te llamo, agito los brazos como si me estuviera ahogando. Antes de que el tren pase  debajo del puente alcanzo a ver la suela de tu zapatilla dando otro paso, el tren no para-¿por qué mierda no para?- ahora no veo nada, ahora miro para atrás y veo el puente, pero vos ya no estás.



Y yo no pude contarte que “huilón” es el que huye, huidizo y que “hueñi” es el término de cariño con que las mujeres rústicas designan a sus hombres.

Doblo la hoja del diccionario para no olvidarme.

Pero no creo que me olvide.



X


Como si fuera tan fácil.

A quién se le ocurre preguntar cuánto va a durar si ni siquiera sé por qué no me cambio de asiento o por qué no me saco las botas. Buena idea.

Tiro con las dos manos y me saco la izquierda. Repito la operación con la derecha. Ahhh. Apoyo los pies contra el respaldo de plástico del asiento de adelante, está fresco.

Qué sé yo cuánto va a durar.

La luna se aparece de golpe, como un tortazo en plena cara. “Una señora muy aseñorada...” ¿Menstrúa la luna? ¿Le duelen los ovarios? Pobre. Me acompaña, toda redonda y blanca frente a la ventanilla. Solidaridad femenina. Estás gorda. Estás sola. Brillás con luz prestada.

A quién se le ocurre preguntar si te gustó que te haya pisado un macho terrestre.

A mí, a quién va a ser. Si estoy sola, sin cigarrillos y con los pies desnudos.


(Continuará)


2 comentarios:

  1. Me gusta mucho este viaje surrealista en tren y por el diccionario. Las palabras con h estuvieron especialmente inspiradas. Lo femenino impregnando la escritura, también.

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  2. Me gusta porque trabajás a fondo con el lenguaje, con la música, más que con la historia. Y así, como si nada, se va armando también la trama. Las frases son potentes y ya lograste armar la intriga que, como dice arriba Elenora, tiene una fuerte marca de género. Tendrás que seguir y seguir hasta el final si es que hay final.
    Luis

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