Imagen: "Barco sonámbulo", Pavel Bergr

29 de mayo de 2012

Una casa

                                                                   Foto: Betina Z

Desde hace un tiempo estoy ayudando a papá a desocupar la casa de mi abuela. Es decir, la casa donde papá vivió parte de su infancia y juventud, hasta que se casó. 

Allí hubo una familia, una historia, muchas historias, la de cada uno de sus miembros, la que tejieron entre todos.

Allí hubo ruido de cacerolas, de manos poniendo la mesa,  de cebolla friéndose, de manos lavando los platos, de puertas abriéndose y cerrándose. Hubo olor a café y a tostadas, a leche hirviendo, a salsas, a carnes, a tortas.

Allí hubo niños y hubo padres, hubo risas y juegos, peleas de hermanos, llantos y retos, celos, amores y odios. Hubo noches silenciosas en las que se dormía al amparo de los mayores, con la tranquilidad de saber que allí estaban todos, cerca, en casa. 

Después hubo un padre que partió demasiado pronto y una familia que nunca volvió a ser la misma.
Hubo compuertas que se abrieron violentamente y ventanas que se cerraron por años. 
Hubo una tía que nunca se casó y que enterró para siempre el nombre del amor, como si se tratara de una palabra inexistente.
Hubo otra tía que tampoco se casó y que enterró para siempre la realidad, como si fuera una palabra cuya densidad era incapaz de soportar. 

Hubo un hermano ausente y otro hermano que hizo lo que pudo.

Hubo el tiempo.


Entre las cosas que encontré ayudando a papá a desocupar la casa, hay:
  •  algunos collares de perlas, guardados entre algodones
  •  dos polveras antiguas
  •  incontables pares de guantes
  • un pequeño ramillete de flores de tela de distintos colores, en una cajita azul.
  • una foto que retrata a un grupo de flamantes maestras normales, saludando desde la cubierta de un barco
  •  mi tía L. en el campo, con un ramo de margaritas gigante en los brazos
  •  un documento de mi bisabuelo, donde está asentado el nacimiento de mi abuela
  •  el banquito de zapatero donde todos en la casa se lustraban los zapatos
  •  una antigua máquina de coser

Allí, en esas pequeñas cosas, está la historia de una familia, de lo que fue y lo que será para siempre, y que se revela así: en unas fotos, en unas perlas, en unas pequeñas flores de tela de colores.

               Pequeñas cosas que también siguen escribiendo mi propia historia.


24 de mayo de 2012

Vigilia





Tenía 12 años. Mi abuela materna estaba muy mal y mamá iba a pasar la noche con ella en la clínica. Yo me quedé en casa de unos tíos.

Después de cenar, jugué un rato con mis primos y más tarde nos fuimos a acostar. Ellos se durmieron pronto, pero yo no podía conciliar el sueño. No estaba triste ni tenía miedo, solo quería estar atenta. No podía dormir sabiendo que esa noche alguien se iba a morir.

En la mesa de luz había un libro: era una edición infantil -Biblioteca Billiken- de La Divina Comedia. Toda esa larguísima madrugada, mientras mis primos dormían y mi abuela agonizaba, yo descubrí el infierno, el purgatorio y el paraíso de Dante.

Cuando amaneció, mi abuela había muerto.


                                                   ...

19 de mayo de 2012

Actividad de los paisajes



Foto: Betina  Z
 
Una palabra se desgrana
en mil diminutos diamantes
que fecundan tréboles
aquí y allá
sorpresa verde del páramo
alegría

Una flor sin nombre ofrenda 
uno a uno 
sus pétalos de ámbar
para amortiguar la insolencia 
del tiempo 
y las huellas del sol

Una piedra transparente
posa desnuda
 encaramada a un sauce
para que la luz 
se astille de reflejos
y la despose en silencio
bajo una noche invisible

¿Quién conoce los secretos, 
la actividad febril 
de los paisajes?

Ellos
entretanto
crean mundos.


15 de mayo de 2012

Perros

Foto: Betina Z

"Teresa acaricia constantemente la cabeza de Karenin, que descansa tranquilamente sobre sus rodillas. Para sus adentros dice aproximadamente esto: no tiene ningún mérito portarse bien con otra persona. Teresa tiene que ser amable con los demás aldeanos porque de otro modo no podría vivir en la aldea. Y hasta con Tomás tiene que comportarse amorosamente, porque a Tomás lo necesita. Nunca seremos capaces de establecer con seguridad en qué medida nuestras relaciones con los demás son producto de nuestros sentimientos, de nuestro amor, de nuestro desamor, bondad o maldad, y hasta qué punto son el resultado de la relación de fuerzas existentes entre ellos y nosotros.
La verdadera bondad del hombre solo puede manifestarse con absoluta limpieza y libertad en relación con quien no representa fuerza alguna. La verdadera prueba de la moralidad de la humanidad, la más honda (situada a tal profundidad que escapa a nuestra percepción), radica en su relación con aquellos que están a su merced: los animales.[...]
(...) crece ante Teresa una idea blasfema de la que no puede librarse: el amor que la une a Karenin es mejor que el que existe entre ella y Tomás. Mejor, no mayor. Teresa no quiere culpar a Tomás ni culparse a sí misma, no pretende afirmar que pudieran quererse más. Pero le da la impresión de que la pareja humana está hecha de tal manera que su amor es a priori de peor clase de la que puede ser el amor entre una persona y un perro, esa extravagancia en la historia del hombre, probablemente no planeada por el Creador."

Milan Kundera, La insoportable levedad del ser.

12 de mayo de 2012

Gatos del Botánico



                           
                                           

Fotos: Betina Z


                                    En otro tiempo estás. Eres el dueño
                           de un ámbito cerrado como un sueño. 

                                                       J. L. Luis Borges


8 de mayo de 2012

Compartir la belleza



"Creo que la voluntad de belleza existió desde aquellos pretéritos tiempos (...)
Se demoró mucho  en reconocer que era verdad, que hacía miles de años que nosotros- o nuestros abuelos- habían sido capaces de tanta belleza. Nos costó muchísimo reconocerlo. Y la verdad es que la belleza nació con nosotros- como el deseo, como el hambre- y fue,  desde el principio, una hazaña posible. Esa capacidad de belleza que hizo que fuéramos capaces de convertir en flauta los huesos de los pájaros, o alindar las paredes, las paredes de  las cavernas (...)
Por ejemplo, en las cuevas de Altamira, las pinturas son delicadísimas, se salen de la roca y se van al aire de delicadas que son... Y entonces yo me preguntaba- y me lo sigo preguntando- si fueron realmente abuelos, si no serían las abuelas, si no serían ellas... si no habrán sido las pinturas rupestres obras de las mujeres, las mujeres excluidas desde el principio de los tiempos... yo creo que sí, que eran mujeres, que decoraban la casa, o sea, que alindaban la casa... y que tenían un sentido de la belleza más desarrollado que el nuestro, obligados como estábamos a pelear cuerpo a cuerpo con fieras feroces...Y eso hizo que ellas llegaran más lejos en el cultivo de la belleza, y  yo se los agradezco... por eso las mujeres ocupan siempre un lugar importante en todo lo que escribo, como una suerte de homenaje incesante a la mitad invisible de la humanidad, que tanto hizo para guardar lo que más valía la pena guardar, que es la capacidad de hermosura."

"Algunas de las crónicas de la conquista española son muy reveladoras de lo que eran los prejuicios de esta Europa que invade un territorio desconocido creyendo que era la India, o China o Japón, y el horror que les produce ver gente desnuda, mujeres y hombres todos desnudos y pintados, como cuadros andantes... y en lugar de percibir eso como una virtud cultural, en lugar de decir qué sana esta cultura, y qué bella es, qué hermosa que quieren compartir la belleza (...) en lugar de admirar eso, lo condenaban..."

Eduardo Galeano (entrevistado por Gerardo Rozín en  Esta noche libros ).  
La entrevista completa, aquí.  

Un placer.

4 de mayo de 2012

La verdá de la milanesa




Hace un tiempo escribí un post donde intentaba señalar cuándo y cómo se funda una amistad. Sin ánimo de contradecirlo- sino, más bien, a modo de apostilla- digo que no todo lo que reluce es oro.  Y que revelarlo, también hace a la cosa.

Pienso: en el comienzo de una amistad hay otro instante crucial, y es el momento en que uno deja de mostrar solo lo mejor de sí mismo para animarse a mostrar la hilacha.  Es un acto de fe y un voto de confianza, algo así como "creo que sabés quién soy, creo en esto que nos une,  y creo tanto que confío en que vas a quererme igual aunque descubras que también puedo ser chusma, parcial, desatenta, ignorante, boba o mala".

Digamos que este segundo momento crucial requiere sí o sí de un momento previo, el del umbral compartido. Sin esa primera elección casi irracional e intuitiva, es muy difícil que se dé el segundo paso. Y si se da, es muy probable que todo derrape, y el otro se quede con la idea de que, básicamente, soy una chusma, parcial, desatenta, ignorante, boba o mala, y yo me quede con la idea de que el otro es, básicamente, un salame, engreído, envidioso,  insensible o guarango.

No estoy descubriendo la pólvora, claro. Ya se sabe que querer implica querer la prenda enterita,  con sus hilachas, sus remiendos, sus cierres  y sus pequeños- o grandes- agujeros. Pero siempre me sorprende percibir el instante en que esa revelación se produce.

También está de más decir- pero lo digo igual- que todo lo dicho en relación con la amistad, aplica para el amor. Para el amor de pareja, quiero decir.

Y ahí te quiero ver, mascarita.

1 de mayo de 2012

Pequeñeces



Imagen: Liliana Porter, Green Balloon


vaquita de san Antonio
semilla de manzana
lágrima
 pestaña
granito de sal
nomeolvides
botoncito de nácar
miguita de pan
arañita

alita de encaje
 besito de menta
alhajita
sapito de terciopelo
lengüita de trapo
monedita
moñito de seda
perla
motita de polvo
rulo
lunarcito de canela
pelusita de nieve
huella de colibrí
átomo del aire
suspiro
punto
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