Imagen: Ronald Companoca, El viaje de la luna
Hace un año- tal como escribí en mi primer post- creía estar llegando a la blogósfera "en los albores de su extinción". Tenía la percepción de que en el corto o el mediano plazo los blogs irían desapareciendo, devorados por FB o twiter.
Pero pasó un año y la Luna-al igual que tantísimos blogs-sigue dando vueltas en este cielo virtual.
De todos modos, aunque hubiese sido efímera, la aventura habría valido la pena: siempre es mejor subirse al barco que quedarse en la orilla añorando horizontes que no nos animamos a explorar.
Quiero decirles que estoy muy contenta de estar aquí, compartiendo mis juegos de palabras, serendipias y misterios absolutos, mis cavilaciones y mis lecturas con ustedes. Cualquier cosa que uno piense, imagine y escriba necesariamente crece y se expande con el aporte de otros pensares y sentires. Gracias Condesa, VER, Rob, Hermes, Axis, Vera, Darío (perdón por las omisiones involuntarias)..., por su compañía y sus comentarios cálidos, divertidos y sensibles.
Y gracias también a los que acompañan con su lectura fiel y silenciosa.
Como souvenir de cumpleaños les regalo este poema de Jaime Sabines: que cada uno tome la porción de luna que más se ajuste a sus sueños y sus deseos.
La luna se
puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía.
Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.
Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía.
Un pedazo de luna en el bolsillo
es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
para ser rico sin que lo sepa nadie
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir.
Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.