Imagen: "Barco sonámbulo", Pavel Bergr

27 de enero de 2015

Con la música a otra parte


Hay un pasaje de El último encuentro que habla de la música, del poder de la música, de su lenguaje secreto. Por eso pensé que el mejor lugar para publicar esa cita es Blues y algo más, el reducto de Sinhué, quien gentilmente me abrió las puertas de su espacio para que vaya a jugar cuando quiera. Allá voy, entonces. Están invitados!















22 de enero de 2015

Más Márai


Sándor Márai



Mi destino soy yo
-Porque en la vida de un hombre no solamente ocurren las cosas. (...) Uno también construye lo que le ocurre. Lo construye, lo invoca, no deja escapar lo que le tiene que ocurrir. Así es el hombre (...) Es como si se mantuviera unido a su destino, como si se llamaran y se crearan mutuamente. (...) No existe ningún ser humano lo bastante fuerte e inteligente para evitar mediante palabras o acciones el destino fatal que le deparan las leyes inevitables de su propia naturaleza y carácter.


Ser o no ser
El deseo de ser diferente de quienes somos: no puede latir otro deseo más doloroso en el corazón humano. Porque la vida no se puede soportar de otra manera que sabiendo que nos conformamos con lo que significamos para nosotros mismos y para el mundo. Tenemos que conformarnos con lo que somos (...) Tenemos que soportarlo, ese es el único secreto. Tenemos que soportar nuestro carácter y nuestro temperamento, ya que sus fallos, egoísmos y ansias no los podrán cambiar ni nuestras experiencias ni nuestra comprensión. 


Felices los infieles
¿Qué significa la fidelidad, qué esperamos de la persona a quien amamos? (...) ¿Exigir fidelidad no sería acaso un grado extremo de la egolatría, del egoísmo y de la vanidad (...)? Cuando exigimos a alguien fidelidad, ¿es acaso nuestro propósito que la otra persona sea feliz? Y si la otra persona no es feliz en la sutil esclavitud de la fidelidad, ¿amamos a la persona a quien se la exigimos? Y si no amamos a esa persona ni la hacemos feliz, ¿tenemos derecho a exigirle fidelidad y sacrificio?


Pasión secreta
...la más secreta de todas las pasiones de la vida de un hombre, la que se esconde más allá de los papeles, disfraces y enseñanzas, en los nervios de cada hombre, en lo más recóndito (...) es la pasión por matar. Somos humanos (...) no podemos evitarlo... Matamos para defender, matamos para conseguir, matamos para vengarnos... 

Oriente y Occidente
En Bagdad fuimos invitados de una familia árabe. Son gente nobilísima. (...) todo refleja en ellos una nobleza a la antigua usanza, parecida a la nobleza ancestral, de cuando el hombre se dio cuenta de su rango en el caos de la creación. Hasta aquella noche se habían comportado con nosotros  más bien a la europea (...) Sin embargo, aquella noche vimos algo muy diferente. Los huéspedes llegaron después del atardecer (...) El fuego ya ardía en medio del patio y se elevaba un humo maloliente, el humo penetrante de la hoguera (...) A continuación trajeron un cordero, un cordero blanco; el anfitrión sacó su cuchillo y lo mató con un movimiento imposible de olvidar. Ese movimiento no se puede aprender, ese movimiento todavía conserva algo del sentido simbólico y religioso del acto de matar, del tiempo en que acto significaba una unión con algo esencial, con la víctima (...) El hecho es que aquel árabe mató al cordero, y de anciano de capa blanca se convirtió en sacerdote oriental que hace un sacrificio (...) Estábamos sentados en torno del fuego, mirando aquel movimiento de matar, el brillo del cuchillo, la sangre que manaba a chorros, y todos teníamos el mismo resplandor en los ojos. Entonces comprendí que aquellos hombres viven todavía cercanos al acto de matar: la sangre es una cosa conocida para ellos, el brillo del cuchillo es un fenómeno tan natural como la sonrisa de una mujer o la lluvia. Aquella noche comprendimos que en Oriente todavía se conoce el sentido sagrado y simbólico de matar, y también su significado oculto y sensual. Porque (...) todos aquellos hombres sonreían (...) y miraban con una expresión de éxtasis y arrobamiento, como si matar fuera algo bueno, algo cálido, algo parecido a besar. (...) Claro, nosotros somos occidentales (...) Nosotros también matamos, pero lo hacemos de una forma más complicada: matamos según prescribe y permite la ley. Matamos en nombre de elevados ideales y en defensa de preciados bienes, matamos para salvaguardar el orden de la convivencia humana. No se puede matar de otra manera. Somos cristianos, poseemos sentimientos de culpa, hemos sido educados en la cultura occidental (...) Nuestra historia, antigua y reciente, está llena de matanzas colectivas, pero bajamos la voz y la cabeza, y hablamos de ello con sermones y con reprimendas, no podemos evitarlo, este es el papel que nos toca desempeñar. 



El último encuentro (otras citas, aquí).

21 de enero de 2015

Un libro tan hermoso





Después de los cuentos de Kafka que comenté aquí,  llegó esta novela de Sándor Márai. Trata del reencuentro de dos amigos luego de 41 años sin verse, y del secreto que los alejó y  ahora los vuelve a reunir.
Leerla fue como viajar en tren hacia un destino tan terrible como extraordinario. Por un lado estaba la urgencia de llegar, de conocer "la verdad". Por otro, el deseo de quedarse contemplando indefinidamente la belleza del camino... 
Hacía mucho que no marcaba tanto un libro: las páginas quedaron llenas de subrayados, corchetes, signos de admiración, notas... 

Van algunas citas. 

Memoria
La memoria lo pasa todo por su tamiz mágico. Resulta que después de diez o veinte años te das cuenta de que algunos acontecimientos, por más importantes que hayan parecido, no te han cambiado absolutamente en nada. 


Comer
Están comiendo una carne poco hecha con aplicación y apetito, absortos en la masticación y la engullición, con la actitud de las personas mayores para quienes comer ya no supone solamente alimentarse, sino que representa una acción solemne y ancestral. Mastican y comen con mucha atención, como para acumular fuerzas. Comen haciendo un poco de ruido, con entrega, seriedad y devoción (...) con movimientos refinados pero también a la manera de los viejos de la tribu en un banquete solemne: con aire de fatalidad.


Amistad
-Estaría bien saber si de verdad existe la amistad. No me refiero al placer momentáneo que sienten dos personas que se encuentran por casualidad, a la alegría que les embarga porque en un momento dado de su vida comparten las mismas ideas acerca de ciertas cuestiones, porque comparten sus gustos y aficiones. Eso todavía no es amistad. A veces pienso que la amistad es la relación más intensa de la vida... y que por eso se presenta en tan pocas ocasiones (...) Uno está convencido de que la amistad es un servicio. El amigo no espera ninguna recompensa por sus sentimientos. No espera ningún galardón, no idealiza a la persona que ha escogido como amiga, ya que conoce sus defectos y la acepta así, con todas sus consecuencias. Esto sería el ideal. Y si un amigo nuestro se equivoca, si resulta que no es amigo de verdad, ¿podemos echarle la culpa por ello, por su carácter, por sus debilidades? ¿Qué valor tiene una amistad si solo amamos en la otra persona sus virtudes, su fidelidad, su firmeza? ¿Qué valor tiene cualquier amor que busca una recompensa?


Hechos e intenciones
-Desde luego existe la verdad de los hechos. Ocurrió esto y lo otro. De tal y cual manera. En tal y cual momento. Esto no es difícil de descubrir. Los hechos hablan por sí solos (...) Sin embargo, a veces los hechos son consecuencias lamentables de otros hechos... Uno no peca por lo que hace sino por la intención con que lo hace. Todo se resume en la intención.


Preguntas y respuestas
Uno siempre responde con su vida a las preguntas más importantes. (...) Al final de todo, uno responde a todas las preguntas con los hechos de su vida. Las preguntas son estas: ¿Quién eres?... ¿Qué has querido de verdad?... ¿Qué has sabido de verdad?... ¿A qué has sido fiel o infiel?... ¿Con qué y con quién te has comportado con valentía o con cobardía?...
Estas son las preguntas. Uno responde como puede, diciendo la verdad o mintiendo, eso no importa. Lo que sí importa es que uno al final responde con su vida entera.



9 de enero de 2015

La primera semilla


Foto: Bet Z


En el posteo anterior conté que anduve ordenando mi biblioteca, haciendo espacio y preparando el terreno para la llegada de nuevos libros. Ya cayó la primera semilla.

Ayer llegó a mis manos un librito de Anagrama, Bestiario, que reúne varios cuentos breves de Kafka protagonizados por animales  (o por Odradeks...)  
Hasta ayer, Kafka era para mí solo- y nada menos que- Gregorio Samsa. Hoy, en el colectivo, en el ascensor, en la cocina, en el bosque - no podía dejar de leer- descubrí que es mucho, muchísimo más. En algunos relatos creí escuchar la voz de  Borges y en otros, para mi sorpresa, la de Cortázar. Pero, a su vez, la voz de Kafka es absolutamente singular.

Qué placer dar con un libro que te toma del cuello y no te suelta... qué felicidad esta lectura... 
Para compartir el descubrimiento, y a manera de muestra, les dejo este cuentito tan delicioso como estremecedor.


Preocupaciones de un jefe de familia

Algunos dicen que la palabra "Odradek" es de origen eslovaco, y basándose en esto tratan de establecer su etimología. Otros, en cambio, creen que es de origen alemán y solo presenta influencia eslovaca. La imprecisión de ambas interpretaciones permite suponer, sin equivocarse, que ninguna de las dos es verdadera, sobre todo porque ninguna de las dos nos revela que esta palabra tenga algún sentido.
Naturalmente, nadie se ocuparía de estos estudios si no existiera en realidad un ser llamado Odradek. A primera vista se asemeja a un carrete de hilo, chato y en forma de estrella, y, en efecto, también parece que tuviera hilos arrollados; por supuesto, solo son trozos de hilos viejos y rotos, de diversos tipos y colores, no solo anudados, sino también enredados entre sí. Pero no es solamente un carrete, porque en medio de la estrella emerge un travesañito, y sobre este, en ángulo recto, se inserta otro. Con ayuda de esta última barrita, de un lado, y  de uno de los rayos de las estrellas, del otro, el conjunto puede erguirse como sobre dos patas.
Uno se siente inducido a creer que esta criatura tuvo, en otro tiempo, alguna especie de forma inteligible y que ahora está rota. Pero este no parece comprobado; al menos, no hay nada que lo demuestre; no se ve ningún agregado o superficie de rotura que corrobore esta suposición; aunque el conjunto es absurdo, parece completo en sí. Y no es posible dar más detalles, porque Odradek es extraordinariamente ágil y no se deja atrapar.
Habita alternativamente en la buhardilla, debajo de la escalera, en los pasillos y en el zaguán. A veces no se deja ver durante varios meses, como si se hubiese ido a otras casas, pero siempre vuelve, fielmente, a la nuestra. A veces, cuando uno sale por la puerta y lo descubre arrimado a la baranda, al pie de la escalera, siente deseos de hablarle. Naturalmente, uno no le hace una pregunta difícil, más bien lo trata- su tamaño diminuto es tal vez el motivo- como a un niño.
- Bueno, ¿cómo te llamas? 
-Odradek -dice él.
-¿Y dónde vives?
-Domicilio desconocido -dice, y ríe. Claro que es la risa de alguien que no tiene pulmones, suena más o menos como el susurro de hojas caídas.
Y así termina generalmente la conversación. Por otra parte, no siempre responde; a menudo se queda callado, como la madera de la que parece estar hecho.
Ociosamente me pregunto qué será de él. ¿Acaso puede morir? Todo lo que se muere tiene que haber tenido alguna especie de intención, alguna especie de actividad que lo haya gastado; pero esto no puede decirse de Odradek. ¿Será posible entonces que siga rodando por las escaleras y arrastrando pedazos de hilos ante los pies de mis hijos y de los hijos de mis hijos? Evidentemente no hace mal a nadie; pero la suposición de que pueda sobrevivirme me resulta casi dolorosa.







6 de enero de 2015

Preparando el terreno




De repente - y casi sin que me dé cuenta- las obligaciones laborales se acabaron.
Es el umbral del ocio, el interregno donde aún quedan ciertos compromisos que cumplir, algunas cosas por resolver. Entre ellas, una que vengo postergando todo el año: ordenar las bibliotecas.
Finalizada la tarea, varios libros que andaban perdidos hallaron su lugar. Otros siguen conviviendo en feliz mezcolanza de géneros, autores y países. Y unos cuantos abandonan el barco, dejando espacio para nuevas lecturas.
Qué alivio.

Ahora sí, el terreno está preparado. Libre de yuyos y malezas, la tierra fresca y dispuesta.
Veremos qué semillas caen. Y qué crece allí.