"¿Qué afinidades especiales le parecía que existían entre la luna y la mujer?
Su
antigüedad en preceder y sobrevivir sucesivas generaciones telúricas; su
predominio nocturno; su dependencia satelital; su reflexión luminar; su
constancia en todas las fases, saliendo y poniéndose en los horarios
establecidos, creciendo y menguando; la obligada invariabilidad de su aspecto;
su respuesta indeterminada a una interrogación no afirmativa; su influjo sobre
las aguas afluentes y refluentes; su poder de enamorar, de mortificar, de
revestir de belleza, de enloquecer, de incitar y de ayudar a la delincuencia;
la tranquila impenetrabilidad de su rostro; lo terrible de su aislada dominante
implacable resplandeciente propincuidad; sus presagios de tempestad y de calma;
el estímulo de su luz, su movimiento y su presencia; la admonición de sus cráteres,
sus mares áridos, su silencio; su esplendor, cuando es visible; su atracción
cuando es invisible."
(del Ulises
de Joyce)