Imagen: "Barco sonámbulo", Pavel Bergr

6 de agosto de 2016

Algunas formas del misterio III



Una anda caminando por ahí y se topa con una fachada así:






La puerta parece cerrada hace años ,y la pequeña ventana-vidriera ostenta un telón de terciopelo rojo, desteñido por el tiempo.


Una no puede resistir la curiosidad. Entonces se acerca y espía por el huequito del telón. Y ve esto.













En el fondo, una no se sorprende. No podía ser de otra manera. Era obvio que detrás de ese telón se escondía el inmenso salón de un palacio, un bosque, un castillo embrujado, una cueva de salamandras, el país de Nunca Jamás, la tierra de Mu, Avalon, Shangri-La.  



Pero lo más importante es lo que sucede allí. Para eso hay que atreverse a la noche y al instinto. 






 Ya se sabe: cualquier telón puede ser un pasaporte a otro mundo.


(Dicen que, alguna vez, el colectivo Mondongo anduvo por allí...)
http://www.telam.com.ar/notas/201505/106860-rituales-de-un-pinocho-adulto-en-la-performance-de-mondongo.html


2 de agosto de 2016

Bellas artes

Hoy habla por mí:




"Lo que la pequeña Momo sabía hacer como nadie era escuchar.
Eso no es nada especial, dirá, quizás, algún lector;
cualquiera sabe escuchar.
Pues eso es un error. Muy pocas personas saben escuchar de
verdad. Y la manera en que sabía escuchar Momo era única.
Momo sabía escuchar de tal manera que a la gente tonta se le
ocurrían, de repente, ideas muy inteligentes. No porque
dijera o preguntara algo que llevara a los demás a pensar
esas ideas, no; simplemente estaba allí y escuchaba con toda
su atención y toda simpatía. Mientras tanto miraba al otro
con sus grandes ojos negros y el otro en cuestión notaba de
inmediato cómo se le ocurrían pensamientos que nunca hubiera
creído que estaban en él.

Sabía escuchar de tal manera que la gente perpleja o
indecisa sabía muy bien, de repente, qué era lo que quería.
O los tímidos se sentían de súbito muy libres y valerosos. O
los desgraciados y agobiados se volvían confiados y alegres.
Y si alguien creía que su vida estaba totalmente perdida y
que era insignificante y que él mismo no era más que uno
entre millones, y que no importaba nada y que se podía
sustituir con la misma facilidad que una maceta rota, iba y
le contaba todo eso a la pequeña Momo, y le resultaba claro,
de modo misterioso mientras hablaba, que tal como era sólo
había uno entre todos los hombres y que, por eso, era
importante a su manera, para el mundo.
¡Así sabía escuchar Momo!"

Momo.
Michael Ende


19 de julio de 2016

Afinidades





"¿Qué afinidades especiales le parecía que existían entre la luna y la mujer?
Su antigüedad en preceder y sobrevivir sucesivas generaciones telúricas; su predominio nocturno; su dependencia satelital; su reflexión luminar; su constancia en todas las fases, saliendo y poniéndose en los horarios establecidos, creciendo y menguando; la obligada invariabilidad de su aspecto; su respuesta indeterminada a una interrogación no afirmativa; su influjo sobre las aguas afluentes y refluentes; su poder de enamorar, de mortificar, de revestir de belleza, de enloquecer, de incitar y de ayudar a la delincuencia; la tranquila impenetrabilidad de su rostro; lo terrible de su aislada dominante implacable resplandeciente propincuidad; sus presagios de tempestad y de calma; el estímulo de su luz, su movimiento y su presencia; la admonición de sus cráteres, sus mares áridos, su silencio; su esplendor, cuando es visible; su atracción cuando es invisible."

(del Ulises de Joyce)


Poquito, pero acá estoy :-)









15 de marzo de 2016

Librerías de viejo en Buenos Aires



Librería La Calesita. Av. de Mayo 777 (Foto Bet Z)

Los amigos lunáticos saben cuánto me gustan las librerías de viejo. Entre otras razones, me atraen el azar (nunca se sabe qué puede haber), la posibilidad de encontrar libros inhallables y los precios accesibles. Recorrer librerías de viejo con O.  es uno de mis paseos favoritos. 
Como los circuitos conocidos se agotan y nuestra voracidad aumenta, siempre andamos investigando en qué rincones secretos de la ciudad (y de la provincia de Buenos Aires) se esconden esos reductos que tanto amamos. No es una tarea fácil. Para mi sorpresa, googlear "librerías de viejo en buenos aires" no arroja listas muy exhaustivas; además, en muchos casos están desactualizadas y algunas de las librerías que se mencionan no existen más.
Por eso, como un servicio a la comunidad lectora, decidí compartir mi lista (inacabada espero), fruto de largas búsquedas virtuales y  físicas (muchas fueron descubiertas por azar durante nuestros paseos por distintos barrios de la ciudad). 
Ahí va:

1.   Lucas (Av. Corrientes 1247)
2.   Libertador (Av. Corrientes 1851)
3.   Brujas (discos y libros) (Rodríguez Peña 429, y Lavalle)
4.   Aquilea (Corrientes y Ayacucho)
5.   Librería El Vitral (Montevideo 108)
6.   La Cueva (Sarmiento y Montevideo)
7.   Libros del Camino (Junín 314, y Sarmiento)
8.   Los Cachorros (Av. Díaz Vélez 5011)
9.   El Gaucho (Av. Boyacá 1538)
10. El Banquete (Cabildo 1107; La Pampa 2516)  
11.  Aguilar (Blanco Encalada 2376).
12.  Librería de Ayer (Billinghurst 1111)
13.  Huemul (Av. Santa Fe 2237)
14. Librerías en Galería Las Victorias (Libertad y Marcelo T. de Alvear).
15.  Librería en Larrea y Paraguay 
16.  Librería en Av.Santa Fe y Pueyrredón 
17.  Entre libros (Santa Fe 2450, galería)
18.  Legenda, (Charcas y Coronel Díaz)
19. El Escondite (Güemes 3877)
20.  Librería en Elcano y Conde
21.  El Lago (Av. García del Río 4202, Saavedra)
22. Tercera Fundación. Sarmiento 3099 (Abasto).
23.  Aristipo libros (Scalabrini Ortiz 605).  
24. El Hacedor (Juan Ramírez de Velazco 606, y Malabia).
25. El Farolito, puesto en en el Mercado Rivadavia (Rivadavia 6358, y Carabobo).
26. Gambito de alfil (José Bonifacio 1402)
27.  Textos cautivos (Reconquista 269, local 4, Convento de San Ramón Nonato).
28.  El Escriba (Balcarce 1053)
29.  El Rufián Melancólico (Bolívar 857)
30. Club Burton. Estados Unidos 700. 
31. El Recuperador Urbano (Tacuarí 958) 
32. La libre (Bolívar 646)
33.  Lunaria libros (Iberá 1629)
34.  Biblioterapia  (Av. San Martín 2392)
35.  Frida  (Av. San Martín 2284/ Juan Agustín García 2912/ Nogoyá 3255)
32. Mercado de pulgas Dorrego (Av. Dorrego 1650)
33. Feria del Parque Centenario
34. Feria del Parque Rivadavia
35. Feria de Plaza Italia
36. Librería Antigua (Rivadavia 1175)
37. El Aleph (Av. Rivadavia 3972, y Medrano)
38. Guantes de mimbre y luz (Serrano 916)
39. Librería de las Luces  (Av. de Mayo 979) 
40. Librería El Túnel (Av. de Mayo 767)
41. Libros del árbol (Combate de los Pozos 255)
42. Libros Mario (Pueyrredón 101, Martínez)
43. Libros Delfos (Av. Maipú 607, Vicente López)
44. Tienda de libros (Av. Maipú 552, Vicente López)
45. El Río (Acasuso 215, San Isidro)

Cualquier dato que quieran aportar para sumar a esta lista será más que bienvenido!


13 de febrero de 2016

Territorio Cronopio


Ayer fuimos con O. a conocer el barrio Rawson, donde vivió Julio Cortázar entre 1934 y 1951. Es un triangulito pegado a la Agronomía, un mini Parque Chas de callecitas sinuosas y arboladas donde abundan los gatos y las rayuelas (como no podía ser de otra manera).
Sentados a una mesa del bar, en la calle, O. me leyó esto:
"Estas son las historias que cuentan los perros, cuando las llamas arden vivamente y el viento sopla del norte. Entonces la familia se agrupa junto al hogar, y los cachorros escuchan en silencio, y cuando el cuento ha acabado hacen muchas preguntas.
- ¿Qué es un hombre?
- ¿Qué es una ciudad?
- ¿Qué es una guerra?
No hay respuesta exacta para estas tres preguntas. Hay suposiciones y teorías y hábiles conjeturas, pero no hay respuestas. En esos grupos familiares, más de un narrador ha tenido que explicar que solo se trata de un cuento, que no existen cosas tales como una ciudad, un hombre..."


Creo que a Julio le hubiera gustado.



















































 Fotos Bet






12 de febrero de 2016

Cordero


"Nunca olvides este dolor. Nunca olvides las cosas que hemos visto juntos. Porque te salvarán. 
Tú serás un árbol de manzanas en medio de todos los grises edificios de esta ciudad.
Solo necesitas cerrar los ojos, respirar profundo y escuchar. Escucha la lluvia y el viento, todo corriendo a través de ti.
Seré yo susurrándote. De esa forma estaré contigo."

Gary/David a Tommie en "Lamb". 

Oona Laurence, la pequeña actriz más extraordinaria que vi en mucho tiempo. 













10 de febrero de 2016

Cachorros





"A la hora de la siesta, nos escabullíamos fuera de la casa y nos trepábamos a la higuera. Acostados en las ramas más gruesas mirábamos las hojas, casi blancas del revés;  los higos maduros bamboleándose como jóvenes escrotos sobre nuestras cabezas, chorreando almíbar por los reventones de su finísima piel morada; el vuelo incesante de las avispas negras y las moscas azules girando alrededor.
El sol, que se colaba entre las hojas, nos dibujaba manchas de luz en la cara y los brazos y las piernas. Parecíamos cachorros de algún extraño animal dorado cruzado con hombre en una cópula mágica."



(Selva Almada, El desapego es una manera de querernos)








9 de febrero de 2016

La femineidad del mundo


“Recién a mediados de año la Evangelina y yo nos hicimos amigas (...) 
Era una niña insulsa, estudiosa y tan impopular como yo. De la mano de la Evangelina me introduje en la femineidad del mundo...
Si con Niño Valor nuestros juegos nos llevaban a sitios ignotos en busca de tesoros escondidos, ciudades perdidas y animales únicos, con mi nueva amiga íbamos de expedición al almacén y a las tiendas, o salíamos en mitad de la noche porque el niño volaba de fiebre o el falso crup ahogaba a la niña. Teníamos maridos imaginarios y correctos que salían de la casa hacia el trabajo temprano en la mañana y volvían al atardecer, y durante su ausencia limpiábamos la casa, cocinábamos dulces, cambiábamos pañales y atendíamos el jardín.
Hasta entonces siempre me había relacionado con varones: Niño Valor, mi hermano, sus amigos. En la mitad de mi infancia aprendí lo pequeño y tedioso que era el universo de las niñas.”


(Selva Almada, El desapego es una manera de querernos)







7 de febrero de 2016

Los chanchos buenos van al cielo


¿Puede ser lírico el relato de cómo se carnea un chancho?...
Si lo narra Selva Almada, sí puede:

"La sangre salía golpeando el fondo del balde de lata, salpicando con gotas rojas los bordes, borboteando, borobó-borobó, haciendo globitos como hace el agua cuando hay lluvia para rato. Una sangre espesa como barro, suave como terciopelo, como pétalo de margarita. Y el cielo apenas amanecido también rojo, con nubes coaguladas.
Las mujeres todavía estaban en la cama. Los hombres rodeaban al chancho: uno solo había hundido el cuchillo en el cogote, otro le había pasado por los ojos la primera sangre para que no viese, y todos esperaban pacientes que se desangrara mientras tomaban mate y escuchaban el resumen de noticias por la radio."

"La sangre salía a chorros como si la mano invisible de un mago invisible fuese sacando pañuelos de seda roja anudados por sus puntas de aquel tajo oscuro, sin fin."

"Una fogata ardía cerca del gran árbol. Las llamas habían chamuscado las hojas de una rama baja. Sobre el fuego, en una olla negra de tres patas, hervía el agua. Uno de los vecinos afilaba su cuchillo en la piedra esmeril. Nadie hablaba. Peludo había dejado de gritar (...) En la radio, las grandes tiendas La Argentina anunciaban una hermosa mañana de sol, un día espléndido y una liquidación de sandalias."

"Aunque sabíamos que el alma de Peludo se había ido derechito al Cielo porque había sido un chancho bueno, no podíamos evitar sentirnos tristes de haberlo perdido en este mundo. La víspera de la matanza habíamos hablado con él, le habíamos dicho que no tuviera miedo (...) y también le aseguramos que el Cielo era un sitio hermoso y que los ángeles no comían carne así que ya no debía preocuparse por nada. No estábamos seguros de que fuese cierto, pero queríamos darle confianza y también darnos confianza para enfrentar a la muerte que ya a la noche rondaba el gran árbol."







22 de enero de 2016

El Hueko




No hay tiempo. 
No hay pasado, presente y futuro. 
Podrá haber algo así afuera, en los almanaques, los relojes, los documentos de identidad, los álbumes con fotos viejas, los espejos.
Pero no hay tiempo adentro. No sé adentro dónde. Supongo que en el corazón, en el cerebro, la piel, la nariz, los oídos, no sé. Pero sí sé que adentro no hay tiempo.
Lo sospechaba, pero últimamente lo estoy comprobando, y es una comprobación asombrosa.
Ayer lo confirmé una vez más, al enterarme de que MM ya no está aquí. Entonces, el supuesto pasado invadió el presente con una intensidad deslumbrante: gestos, palabras, millones de imágenes de momentos compartidos como pedacitos sueltos, como piezas de un rompecabezas descomunal que- seguramente- también guardamos dentro de nosotros, pero que no nos es dado contemplar en su totalidad. Todo eso no era un “recuerdo”, no era el pasado: estaba sucediendo -¿dónde? no lo sé- ahora.
Ayer volví a tener 20 años; ayer, todo lo que fue volvió a ser.

Y te escribí esto:

Hubo un tiempo en que fuimos hermosos. Teníamos veintipico, pedíamos lo imposible y estábamos convencidos de que lo imposible tendría lugar de un momento a otro.
Salíamos a la calle en busca de "algo maravilloso”, éramos hippies, escritores, músicos, actores, dibujantes y directores. Hubo muchísimas noches- con sus madrugadas y sus amaneceres- en Villa Urquiza, los tres escuchando música (“esto es impresionante, escuchen, escuchen” nos decías abriendo mucho los ojos mientras ponías Cathedral en la bandeja del tocadiscos), tomando un vino, fumando, leyendo, escribiendo, leyéndonos lo que escribíamos, escribiendo de a tres, haciendo humor al toque de a dos, “vos callate y tocá la guitarra, chirusa”, noches en que nos leías cada capítulo de El juego de K que iba saliendo del horno y que luego se convirtió en el primer premio de novela de la Primera Bienal de Arte Joven, allá por el lejanísimo 1989. Hubo un tiempo sin tiempo ni espacio en que solemnemente fundamos El Hueko, porque sabíamos que era allí- en ese vacío, ese aire, esa nada sin condicionamientos ni pretextos- donde podíamos ser lo que queríamos ser. El Juego de K fue El Hueko; Subterrákeos e Imakinaria fueron El Hueko paseando su nada divina por Cemento, El Parakultural, Babilonia y el Rojas.
El Hueko también fueron los chicos del Luján, las clases de teatro, las charlas con Gilardi en el bar de Villa Pueyrredón, los libros que nos prestamos y los que nos robamos (te quedaste con Los conjurados, me quedé con Un tal Lucas), las charlas interminables, las películas, el truco que jugábamos en casa, la vida porosa que se abría paso dejando entrar el aire y todo lo que traía.
Eso fue hace mucho, mucho tiempo. Pero hoy -una vez más- comprobé que el tiempo no existe, que lo que queda en el corazón queda para siempre, que lo que pasó hace tanto está pasando ahora, en este mismo instante.
Querido Monchímedes: donde estés, que lo imposible suceda. Y que sea maravilloso.









8 de enero de 2016

Sin rastro




Hace días que camino pensando
en que vendrá

pero no llega aún
no llega.

Mis pies avanzan
sin peso
ínfimos y livianos
como huellas de gaviota.

De tanto en tanto miro hacia atrás
por si él no me viera

y entonces

por si él se fuera.

Pero atrás solo hay el mar
el cielo
la arena con huellas de gaviotas
y mis pasos
que ya han desaparecido.