Imagen: Ana Lorencin
XXIX
-Piiiiiiiiiiii.
-Buen
día, Guelderodhe. ¿Dormiste bien?
-Pi.
-A
mí me duele un poco la espalda. ¿Querés que vamos un rato por ahí?
Me desperezo, él se sacude las alas.
Bajamos. Ta linda la mañana. O será que Guelderodhe parece tan contento que me
contagia. Encuentra un charquito, se baña, toma agua. Me mojo la cara, la nuca,
tomo agua. Lo sigo. Él se posa sobre las cosas unos segundos y las abandona. Yo
lo imito, torpemente. Apoyo la palma de la mano en el respaldo de un banco y la
saco, como si quemara. Me arrodillo un instante y salto. Acerco la cara a las
rejas de la boletería y giro. Él vuela. Yo corro. Él se para en el techo del
tren. Yo lo miro. Él no se mueve.
-¿Qué hacés ahí?
-Piii
-¿No me vas a
traicionar?
-.....
-Entonces esperá.
Guelderodhe me mira desde el andén. Le sonrío emocionada. Si yo fuera una gorriona le propondría matrimonio.
Abro el diccionario, lo hojeo. Un papelito mal cortado cae al piso. Lo levanto, leo:
“¿Abandonaste? Te busqué por todo el tren. No traje linterna. Me llevo el pucho que encontré debajo de tu asiento, da para dos pitadas. Y tiene un cachito de tu rouge. ¿Conservás el babero?”
XXX
Abandonar: tr. dejar, desamparar a
una persona o cosa.//prnl. Fig. descuidar uno sus obligaciones e intereses, o
su aseo.
Abandonismo: tendencia a renunciar
sin lucha a algo que se posee.
Abandonado/a: descuidado, sucio.
Sí, conservo el
babero.
Sí, estoy sucia y
descuidada.
No recuerdo cuáles
eran mis obligaciones, intereses o posesiones, así que tampoco hay lucha.
Un hombre y una
mujer, en una estación vacía.
Ella descansa,
suspendida sobre el cuerpo del hombre.
Él se mueve debajo
de ella.
Ella está dormida.
Él escribe un
mensaje.
Ella despierta.
Él ya no está.
XXXI
Recorro el andén de
punta a punta. Espero que me suceda algo maravilloso
… / sa: extraordinario, admirable.
// que no se explica mediante leyes naturales.
Quizás, hasta
justificaría la mugre, el babero, tu falta de imaginación. Digo, estabas tan
cerca, ¿no se te ocurrió que...? No, está bien. A mí tampoco se me ocurrió que “la marcha de los insectos
por túneles subterráneos” era nada más que un hombre buscando a una mujer en un
tren vacío y oliendo un cachito de rouge.
Guelderodhe debe
tener las respuestas a todas las preguntas.
Pero solo le gusta
volar.
Gudbay, gorrión.
Buen viaje.
(Continuará)
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