Alguien le dijo que su tarea era importante. Muy importante. La más importante.
Y que si no
fuera por él, el mundo sería un caos. No
se podrían organizar el trabajo, el estudio, la comida, el sueño, el ocio. Y
tantas otras cosas.
Sería un
caos, le dijeron. No habría horarios, almanaques, cumpleaños, nacimientos ni
muertes.
Nada
funcionaría.
Imagínese
qué sería de nosotros sin usted, le dijeron. No habría compromisos, plazos, vencimientos, multas, reclamos. No habría demoras. Nada ocurriría a tiempo.
Sería un
desquicio.
¿Cuánto
duraría una canción? ¿Y una novela? ¿Y una mariposa? Nadie lo sabría. Quizá no
tendrían fin.
Sería
imposible, le dijeron. No habría niños, jóvenes, ancianos, moribundos ni
recién nacidos. No habría escuelas, facultades, ministerios ni geriátricos. No
habría padres ni hijos. No habría
antes ni después.
"Habría ahora", dijo uno.
Todos
hicieron silencio.
"Habría ahora", repitió.
El administrador del tiempo miró su reloj, vio que ya era demasiado tarde y se fue.
Pinturas: Duy Huynh