Imagen: "Barco sonámbulo", Pavel Bergr

30 de septiembre de 2014

El administrador del tiempo





Alguien le dijo que su tarea era importante. Muy importante. La más importante.
Y que si no fuera por él, el mundo sería un caos. No se podrían organizar el trabajo, el estudio, la comida, el sueño, el ocio. Y tantas otras cosas.

Sería un caos, le dijeron. No habría horarios, almanaques, cumpleaños, nacimientos ni muertes.
Nada funcionaría.
Imagínese qué sería de nosotros sin usted, le dijeron. No habría compromisos, plazos, vencimientos, multas, reclamos. No habría demoras. Nada ocurriría a tiempo.
Sería un desquicio.

¿Cuánto duraría una canción? ¿Y una novela? ¿Y una mariposa? Nadie lo sabría. Quizá no tendrían fin.

Sería imposible, le dijeron. No habría niños, jóvenes, ancianos, moribundos ni recién nacidos. No habría escuelas, facultades, ministerios ni geriátricos. No habría padres ni hijos. No habría antes ni después.

"Habría ahora", dijo uno.  

Todos hicieron silencio. 

"Habría ahora", repitió.


El administrador del tiempo miró su reloj, vio que ya era demasiado tarde y se fue.



Pinturas: Duy Huynh




25 de septiembre de 2014

La mort du cygne


Foto: Bet Z


(…) te acordarás quizá de aquel paraguas viejo que sacrificamos en un barranco del Parc Montsouris, un atardecer helado de marzo. Lo tiramos porque lo habías encontrado en la Place de la Concorde, ya un poco roto, y lo usaste muchísimo, sobre todo para meterlo en las costillas de la gente en el metro y en los autobuses, siempre torpe y distraída y pensando en pájaros pinto o en un dibujito que hacían dos moscas en el techo del coche, y aquella tarde cayó un chaparrón y vos quisiste abrir orgullosa tu paraguas cuando entrábamos en el parque, y en tu mano se armó una catástrofe de relámpagos y nubes negras, jirones de tela destrozada cayendo entre destellos de varillas desencajadas, y nos reíamos como locos mientras nos empapábamos, pensando que un paraguas encontrado en una plaza debía morir dignamente en un parque, no podía entrar en el ciclo innoble del tacho de basura o del cordón de la vereda; entonces yo lo arrollé lo mejor posible, lo llevamos hasta lo alto del parque, cerca del puentecito sobre el ferrocarril, y desde allá lo tiré con todas mis fuerzas al fondo de la barranca de césped mojado (…) 
Y quedó entre el pasto, mínimo y negro, como un insecto pisoteado. Y no se movió, ninguno de sus resortes se estiraba como antes. Terminado. Se acabó. Oh Maga, y no estábamos contentos.

Julio Cortázar, Rayuela.



22 de septiembre de 2014

El mago


Pintura: Duy Hyunh


Fue capaz de transformar una piedra en un tigre, un tigre en una nube, una nube en un guijarro y un guijarro en un colibrí.
Logró detener el tiempo, atrasarlo, adelantarlo, apagar el sol y volver a encenderlo. Surcó el aire volando; nadó en el fondo del océano con peces fosforescentes; reptó con topos y castores por túneles subterráneos; se sumergió en lagos helados y en los cráteres hirvientes de los volcanes.

Pero todo su poder no le sirvió- no le sirve- para hacer que ella no esté triste.
La tristeza se prendió de su pequeño corazón como una garrapata, y no la suelta ni de día ni de noche.

Él consultó los viejos libros, probó las fórmulas de los antiguos alquimistas y preparó las pócimas de las hechiceras, sin resultado. 

Ella permanece plegada sobre sí misma, con las alas encogidas.

Él cambiaría todo su poder por volver a escuchar su risa. 

Entretanto, la carga sobre sus espaldas y sigue su camino, buscando.
Ella acomoda su pequeño cuerpo en esa espalda ancha y tibia. No necesita más.




21 de septiembre de 2014

Ella ha llegado


Foto: Bet Z



¿Vamos a recoger hierbas por el mundo?
Haremos un herbario con hojas y flores,
aún con las que parecen
 un murmullo apagado en la arena.

¡Qué bello será tener praderas, 
pueblos, montañas, islas!
el silencio de una almendra caída
y el silbido de vientos lejanos
descansando
en el cálido abrigo de la falda.

Edith Vera


16 de septiembre de 2014

La equilibrista II


Pintura: Duy Huynh


Hubo un tiempo feroz en que algunos decían “¡Blanco, Blanco, Blanco!”, y otros decían “¡Negro, Negro, Negro!”. A continuación se lastimaban entre sí hasta que uno de los dos ganaba y el otro desaparecía. Luego, todo volvía a empezar. 


Pero un buen día apareció ella. La equilibrista se paseó delante de todo el pueblo, de pie sobre un animal nunca visto. Realizó varias piruetas con su aro, saltó sobre el lomo del animal, hizo la vertical sosteniéndose solo con el dedo índice de su mano izquierda. 


La gente la miraba, miraba aquel animal incomprensible, y no sabía qué hacer. 
Hasta que uno empezó a aplaudir. Y después otro. 


Cuando todos aplaudieron, la equilibrista agradeció con una gran reverencia, y se marchó.




9 de septiembre de 2014

El recolector de ideas


Pintura: Duy Huynh



Hay gente que deja ideas tiradas por ahí como si tal cosa. Como si no valieran nada.Creen que una idea, para valer algo, tiene que ser una gran idea. Y las grandes ideas- las que cambian el curso de la Historia-las piensan los grandes hombres o las grandes mujeres.

La mayoría de las personas piensa que sus ideas pequeñitas no tienen importancia. Ni siquiera se dan cuenta de que son ideas. Creen que se trata de un ruido molesto que da vueltas en su cabeza. Entonces, apenas pueden se deshacen de él.

Así, el recolector va encontrando y recogiendo pequeñas ideas. Algunas son verdaderos tesoros. Otras no se sabe para qué sirven pero también las guarda, por las dudas. Algunas ideas huelen muy mal: a esas las entierra, para que no contaminen el aire con su podredumbre. Otras son ideas prematuras: a esas las coloca en un bolsillo especial y las deja allí un tiempo- abrigadas y a oscuras-  para que terminen de formarse. Hay ideas tímidas y pudorosas, y otras osadas y chanchas. Hay ideas frescas, rancias, vanguardistas y pasadas de moda. Hay tantas ideas que el recolector ya no sabe dónde ponerlas.


Si alguien no puede dormir; si no sabe qué hacer un domingo lluvioso, o a qué jugar con sus hijos, qué color de vestido usar ese día, cómo escalar una montaña o hacer una torta de limón, qué decirle a su amigo cuando está triste, o lo que sea: en ese caso, no tienen más que llamar al recolector de ideas. Seguro que alguna le va a servir.




4 de septiembre de 2014

El escritor


Pintura: Duyh Hyunh



Como todos, él camina. Y mientras camina, se pregunta. Y para no olvidar ninguna pregunta, escribe.

Cuando otros caminantes se topan con las preguntas, las leen con atención. Algunos se hacen nuevas preguntas. Otros -que buscaban respuestas- hacen un bollito con el papel y lo arrojan bien lejos. 

Algunos bollitos se transforman en árboles de algodón que flotan por ahí, buscando dónde echar raíces.