XXVII
Un pajarito en la baranda.
Me mira asustado. Yo también. Olvidé las
relaciones públicas. Supongo que tengo que presentarme.
-Jelóu, gorrión. Yo soy...
-Piii
-Viajo en tren para...
-Pi
-Llevo un diccionario porque...
-Pipipi
-Y acá estoy, sin...
-Pipi
-¿Querés quedarte un rato?
Guelderodhe resultó una buena compañía. Le
conté mi sueño. Le pregunté si quería bailar. Dio un par de vueltas sobre mi
cabeza.
Miramos juntos cómo se ponía el sol.
Miramos juntos cómo se ponía el sol.
XXVIII
El tren sigue abajo, como un gusano
embalsamado, como una bestia dopada.
Me acurruco en el puente, sobre el piso de metal.
Suspendida entre el cielo y la tierra, en medio de la noche.
Hay tantas estrellas que forman manchones en el cielo, como tules rotos.
Hay tanto silencio que puedo oír la marcha de los insectos por túneles subterráneos.
Y estoy tan sola como si no hubiera nacido, como si fuera un electrón girando apacible por la corteza de un átomo.
Suspendida entre el cielo y la tierra, en medio de la noche.
Hay tantas estrellas que forman manchones en el cielo, como tules rotos.
Hay tanto silencio que puedo oír la marcha de los insectos por túneles subterráneos.
Y estoy tan sola como si no hubiera nacido, como si fuera un electrón girando apacible por la corteza de un átomo.
Expeditivo don pájaro...Un abrazo.
ResponderEliminarQué paz.
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