Imagen: "Barco sonámbulo", Pavel Bergr

15 de febrero de 2013

La luna de Valencia (4, 5 y 6)



 
 IV

Desapareció el sol. El ocaso. “Puedo escribir los versos más tristes esta noche”. ¿Un tango? No recuerdo la melodía. Se enciende una luz amarillenta en el vagón. Entran algunos insectos, dan vueltas alrededor de la luz como desesperados, me dan rabia. Que se quemen pronto, que no se me caigan encima. La lamparita cruje. Apagón. Los bichos se van retirando lentamente. Siento que me desprecian. Me importa muy poco. 

Tengo sed. 



V
 
Me despierto con un horrible dolor en el cuello. No sé cuánto tiempo dormí. Miro por la ventanilla. Veo un color que no es ni negro, ni azul, ni verde, ni marrón, lo cual me confirma que lo que hay afuera es campo y que sigue siendo de noche. Entra un vientito lindo, abro la boca, me refresco el paladar, me humedezco los labios con la lengua. Tendría que escribir una carta. Pero no sé a quién. Y además no tengo la agenda. Tengo un diccionario. O tenía. Dios mío, no te lleves mi diccionario, recién voy por “auspicio” y apenas recuerdo algo de “auca”-¿era “juego” o “tribu”?-. No lo encuentro. Miro abajo del asiento, me agacho, miro debajo de toda la hilera de asientos, empiezo a reptar por el pasillo palpando a ciegas, llenándome de mugre, lloriqueando. Estoy por pasar al otro vagón, miro de reojo la puerta y ahí lo veo, con su lomo azul, gordito, inclinándose hacia el primer escalón. Contengo la respiración, avanzo agazapada y de un solo impulso me arrojo sobre él. El viento entra con toda la furia entre sus hojas y las sacude violentamente, se mete en mi camisa y rebota secamente, entre la tela y mis pechos. Me impulso hacia atrás, como si diera una vuelta carnero. Estamos a salvo. 




VI

Como si se pudiera. 
No hay luz, no viene en Braille, y además no sé leer Braille. Lo cierro. Mañana será otro día. ¿Qué día será? ¿Qué gusto tiene la sal? 

Tengo sed. 



(Continuará) 


6 comentarios:

  1. Viajar en tren, eso es lo mejor...

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  2. Es un relato que promete mucho, Betina. Creaste una escena, un clima, una extrañeza que obviamente debe continuar. Y la sed casi como una constante. La ley de la sed.
    Luis/ De Suspende

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    1. Gracias, Luis, me alegra que se perciba ese clima.

      Mucha sed, sí...

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  3. El diccionario como fetiche. Más allá de que no se pueda leer, o que no sea necesario en ese momento, su sola presencia apoya,alivia y asegura.
    En nuestra cotidianeidad elegimos muchos fetiches similares. ¿Por qué no habrías de hacerlo vos en tu viaje mágico y misterioso?

    Celebro el erotismo presente en el texto.

    Besos, Betina


    PD: la referencia a los rieles fue un planteo disyuntivo integral, sin búsqueda de respuesta.
    Vos le diste una respuesta definida. Y está bien, porque sos la que impulsa el viaje.

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    1. Es así. Para esta mujer que "olvidó el significado de todas las palabras", el diccionario es- o ella cree que es- la clave para intentar explicarse el mundo.
      Pobre!

      Besos, ojo.

      ps: bué, lo de respuesta definida tomalo con pinzas, mirá que, tal como decís, este es un viaje misterioso y quién sabe qué es verdad y qué, mentira...

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