Imagen: "Barco sonámbulo", Pavel Bergr

7 de febrero de 2016

Los chanchos buenos van al cielo


¿Puede ser lírico el relato de cómo se carnea un chancho?...
Si lo narra Selva Almada, sí puede:

"La sangre salía golpeando el fondo del balde de lata, salpicando con gotas rojas los bordes, borboteando, borobó-borobó, haciendo globitos como hace el agua cuando hay lluvia para rato. Una sangre espesa como barro, suave como terciopelo, como pétalo de margarita. Y el cielo apenas amanecido también rojo, con nubes coaguladas.
Las mujeres todavía estaban en la cama. Los hombres rodeaban al chancho: uno solo había hundido el cuchillo en el cogote, otro le había pasado por los ojos la primera sangre para que no viese, y todos esperaban pacientes que se desangrara mientras tomaban mate y escuchaban el resumen de noticias por la radio."

"La sangre salía a chorros como si la mano invisible de un mago invisible fuese sacando pañuelos de seda roja anudados por sus puntas de aquel tajo oscuro, sin fin."

"Una fogata ardía cerca del gran árbol. Las llamas habían chamuscado las hojas de una rama baja. Sobre el fuego, en una olla negra de tres patas, hervía el agua. Uno de los vecinos afilaba su cuchillo en la piedra esmeril. Nadie hablaba. Peludo había dejado de gritar (...) En la radio, las grandes tiendas La Argentina anunciaban una hermosa mañana de sol, un día espléndido y una liquidación de sandalias."

"Aunque sabíamos que el alma de Peludo se había ido derechito al Cielo porque había sido un chancho bueno, no podíamos evitar sentirnos tristes de haberlo perdido en este mundo. La víspera de la matanza habíamos hablado con él, le habíamos dicho que no tuviera miedo (...) y también le aseguramos que el Cielo era un sitio hermoso y que los ángeles no comían carne así que ya no debía preocuparse por nada. No estábamos seguros de que fuese cierto, pero queríamos darle confianza y también darnos confianza para enfrentar a la muerte que ya a la noche rondaba el gran árbol."







1 comentario:

  1. Le cuento que en casa pasamos a comer carne sólo los domingos a la noche. Intentamos reemplazarla por avellanas y nueces. Hace mucho, mucho, alguien me contó de cómo chillaba el chancho mientras la sangre golpeaba en el balde de lata, nunca más pude probar una morcilla (hasta hace un mes, en un bodegón con horno a leña).

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