Imagen: "Barco sonámbulo", Pavel Bergr

9 de marzo de 2014

Cuento infantil




Un caballito muy blanco
apareció en mi jardín.
En su frente, un largo cuerno
brillaba como un candil.
Ese fantasma de nieve,
ese elegante corcel,
pastaba despreocupado
hasta que yo me acerqué.
“¡Los unicornios no existen!”
le dije. Y me desperté.





8 comentarios:

  1. A veces en los sueños se nos cuelan esas tonterías, como este tonto pragmatismo que tanto necesitamos en la vigilia para sobrevivir.
    Pero no te preocupes, Betina, seguro que cuando vuelvas a soñar el unicornio blanco(o quizás el unicornio azul que se le perdió a Silvio) te va a encontrar en tu jardín y esta vez le vas a decir: "¿Querés jugar?"

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    1. Es curioso que se cuele la lógica en el reino de lo ilógico, pero es así. Una vuelta, como si nada, sueño que vuelo, y otra se me da por cuestionarle la existencia al pobre unicornio.
      Igual, parece que no le afectó mi incredulidad. Apenas lo abandoné para regresar al mundo de los cuerdos lógicos, él aprovechó para masticarse los tréboles más tiernos de mi jardín . ¡El muy atrevido!
      Cuando lo vuelva a ver, primero lo reto, después le pido disculpas y por último me pongo a jugar con él (a ver si se ofende y se me pierde por ahí, como el de Silvio :)

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  2. En el reino de los sueños
    lo imposible se ve cierto.
    Concentremos nuestro empeño
    en soñar, aún despiertos.

    Salut, Betina.

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    1. Uy, ¿esos versos tan calderonianos son suyos?...

      (yo no necesito concentrarme, lo de soñar despierta me sale solo...)

      Salut, Rob

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  3. Quiero volver a soñar despierta :)

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    1. Como le dije a Rob, a mí me sale bastante fácil (aunque al unicornio todavía no lo encuentro, qué barbaridá).

      ¿Y su loca de la casa qué? ¿Anda medio amodorrada?... Despabílela, no sea cosa que se pierda un unicornio o un tecito con Brad Pitt por estar distraída.

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  4. La desmitificación del unicornio azul. O como dice la publicidad: ¡cortemos con tanta dulzura!

    http://www.youtube.com/watch?v=DtiqCy1mqJY

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    1. Ja, ja, genial Maslíah. Y al final tiene razón: ese unicornio azul, ¡qué desagradecido, che!

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