Pintura: Duyh Huynh
El parto es brevísimo e indoloro: apenas un temblor, un leve hormigueo.
Cuando abre los ojos, cientos de mariposas salen de su vientre batiendo las alas. Las mariposas no se apartan de ella inmediatamente.
Por un instante, necesitan sentir el calor de su regazo y escuchar lo que su
voz murmura en secreto. No es mucho lo que su madre tiene para decirles:
que cada una cuide bien de sí misma. Que no se hagan daño las unas a las otras.
Y que gocen del vuelo.
Algunas mariposas vivirán dos semanas; otras, una semana,
y otras, solo un día. Pero ese dato no es relevante, y la madre lo calla.
Simplemente hermoso, Betina. Como siempre te digo tu sección Oficios es una de mis preferidas. Besos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Eleonora!
EliminarAbrazo grande
Es tan hermoso que me sabe a poco. Que bonito.
ResponderEliminarUn beso grande.
"Lo bueno, si breve, dos veces bueno", dice el dicho.
EliminarY es cierto que, a veces, sumar, resta.
Me alegra mucho que te haya gustado, gracias Carmela.
Otro beso grande.
Maravilloso texto. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, otro abrazo.
EliminarHermosa madre, que enseña las cosas esenciales. Y las mariposas... tan etéreas y efímeras como las ilusiones.
ResponderEliminarCálidas tardes de otoño para tí, Betina! (para que salgas a pasear...).
José.-
Quizás las mariposas sean capaces de poner en práctica esos consejos (a los humanos no siempre nos sale).
EliminarGracias, José-Sinuhé :-) Que también disfrutes de estas lindas tardes de otoño.