Imagen: "Barco sonámbulo", Pavel Bergr

5 de diciembre de 2012

Siempre es difícil volver a casa


                                                                                        Imagen: Soñando en púrpura, Soledad Fernandez


Es de noche. O,  P y yo viajamos en colectivo, rumbo a casa. 
"Es la parada que viene, ¿no?", dice O. Me acerco a la puerta y me preparo para descender; detrás de mí se ubican otras personas. Se abre la puerta y, mientras estoy bajando, escucho las voces de  O. y P. avisándome que no era esa la parada sino la siguiente. Pero ya es tarde. Con señas les indico que los espero allí, calculando que en un par de cuadras tenía que estar la próxima parada.

Mientras camino, voy repasando uno a uno los carteles de los colectivos, pero el del 74 no aparece. Avanzo tres cuadras, cuatro: nada. "No puede ser...”, pienso, “no puede haber tanta distancia entre una parada y otra".

Mientras camino, la noche se vuelve más cerrada y las calles, más solitarias. Empiezo a tener miedo.
"Bueno, basta. Me voy a casa. Cuando O. y P. no me vean en la parada se imaginarán que me fui para ahí".

Retrocedo unas cuadras buscando Godoy Cruz, pero no la encuentro. Decido doblar igual, "tiene que ser una de estas".

La noche es sofocante. A medida que avanzo, las calles se bifurcan en pasajes cuyos nombres desconozco. Atravieso una plaza con dunas altísimas donde decenas de chicos y chicas conversan a la luz de la luna. Camino entre ellos con dificultad: no es fácil andar con tacos por las dunas.

"Pero qué boba. Los llamo al celular", me digo, mientras revuelvo la cartera en busca del mío, un Samsung negro. Pero lo que saco es un celular blanco, sin marca a la vista. Intento llamar, pero noto que al presionar el 4 la pantalla me  muestra el 9. Vuelvo a probar: lo mismo. Los números que aparecen en el teclado no se corresponden con los que realmente se están marcando. "Debe haber alguna lógica", pienso, mientras intento descifrarla. Desisto enseguida: las matemáticas nunca fueron lo mío.

Sigo avanzando y me interno en una callecita apenas iluminada por la luz roja de un farol. Se abre una puerta: una señora me invita amablemente a pasar. 
El lugar huele a encierro y a incienso, a humo de cigarros, a terciopelo viejo. Hay cuartos cerrados, penumbras, murmullos. Es un burdel, como en las películas. Pero yo estoy allí y no es una película. La madame me susurra algo al oído: quiere que me sume a su staff. Rechazo amablemente la invitación, mientras busco la salida con los ojos. Noto que la puerta por la que entré ha desaparecido; en su lugar, hay un cortinado rojo, espeso, pesado. Cuando lo descorro la oscuridad es total. Escucho que una puerta se cierra. Quiero gritar y no puedo, siento que me ahogo.
Entonces me despierto.

A mi lado, O. duerme plácidamente.

Yo respiro hondo y sonrío, contenta de estar- por fin- en casa. 




10 comentarios:

  1. "que toda la vida es sueño,
    y los sueños, sueños son".

    Al menos eso escribió Calderón hace mucho.
    Y es una suerte que así sea :)
    Un alivio despertar, aunque muchas veces nos quede un dejo de angustia.
    Los caminos de la mente, sus recovecos, y sus incógnitas son innumerables.
    Una pena no haber estado en tu sueño, casualmente trabajo muy cerca de la calle Godoy Cruz, podría haberte indicado, jajajaja !!!
    Buen relato, fué un sueño real ?
    Besos.

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    1. Los sueños son parte de la vida y, como tal, otro de sus misterios. A mí siempre me fascinó que el cerebro sea capaz de construir esa "otra" realidad tan compleja- y completa- que se manifiesta cada noche mientras dormimos, sin que intervenga nuestra voluntad.
      ¿Quién "crea" esas historias? ¿por qué soñamos lo que soñamos? ¿por qué andamos por lugares que jamás vimos, por qué visité tantas veces esas callecitas de piedra en "París"? ¿quién arma ese rompecabezas desquiciado que tiene lugar mientras nuestro cuerpo y nuestra conciencia permanecen casi "apagados?...
      Bueno, esas preguntas sin respuesta son las que hacen que los sueños, para mí, tengan una cualidad mágica.
      Sonará raro, pero estoy convencida de que la realidad del sueño ocurre, tiene lugar de algún modo. Será por eso que quiero tanto a Cortázar, que de esto sabía más que yo...

      Ja! Gracias, buen dato, T. Rex: la próxima vez que en mis sueños ande perdida por Palermo, ya sé a quién recurrir.

      Sí, fue un sueño real, literalmente :)

      Besos

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  2. Alucinante! Como entrar sin ton ni son en otra dimensión. El sueño viajando en el 74...

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    1. Eso es soñar: la puerta de ingreso a otra dimensión.

      Por otro lado, era difícil encontrar el 74 por cerca de Godoy Cruz (aunque en un sueño, bien puede salirse de su recorrido "Correo Central- Burzaco" y desviarse a Palermo... o a la Luna de Valencia :)

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  3. Siento como vos, no me suena raro, también creo que el sueño ocurre, vaya uno a saber en qué plano cósmico! Los sueños... ahhh... los sueños!!!

    Hoy se me cumple uno, pero en la tierra, en el Gran Rex,
    sueño que creía imposible! Tony Bennett ;)

    Besitos linda ;)

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    1. No me sorprende que no te suene raro, siendo como sos una cronopia :)

      Qué bueno!! Que disfrutes mucho de tu sueño cumplido!!

      Besos, niña soñadora

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  4. Envidio esa capacidad de soñar suya, logra crear una novela onírica completa, yo con suerte alcanzo apenas la extensión del haiku.

    Salut, Betina.

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    1. No me ocurre tan seguido tener un sueño tan "coherente", con una historia que se puede seguir...Por eso, cuando sucede, tengo un truquito para retenerlo antes de que se esfume: apenas siento que voy a despertarme- y sin abrir los ojos- trato de repasar la secuencia del sueño y las imágenes que forman esa secuencia, como si fuera "viendo" mentalmente la película del sueño. A veces incluso, logro nombrar sus partes, por ejemplo: "colectivo 74, estoy con O y P, me bajo antes, me pierdo, plaza con dunas, burdel"...

      Pruebe y después me cuenta si le resultó...

      Y de todos modos, no desestime sus haikus: a veces, esas pocas líneas tienen más potencia que algunos novelones de 700 páginas...

      Salut, Rob!

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  5. Lo dificil de volver a casa es que uno no vuelve igual que cuando se fué.

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    1. Es cierto. En mi caso, amanecí cansada, con los pies llenos de arena y humo de cigarro en el pelo :)

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