Imagen: "Barco sonámbulo", Pavel Bergr

14 de septiembre de 2012

A ver si no nos entendemos II

Vialidad






Un pobre cronopio va en su automóvil y al llegar a una esquina le fallan los frenos y choca contra otro auto. Un vigilante se acerca terriblemente y saca una libreta con tapas azules.
-¿No sabe manejar, usted?-grita el vigilante.
El cronopio lo mira un momento, y luego pregunta:
-¿Usted quién es?
El vigilante se queda duro, echa una ojeada a su uniforme como para convencerse de que no hay error.
-¿Cómo que quién soy? ¿No ve quién soy?
-Yo veo un uniforme de vigilante-explica el cronopio muy afligido-. Usted está dentro del uniforme pero el uniforme no me dice quién es usted.
El vigilante levanta la mano para pegarle, pero en la mano tiene la libreta y en la otra mano el lápiz,  de manera que no le pega y se va adelante a copiar el número de la chapa. El cronopio está muy afligido y quisiera no haber chocado, porque ahora le seguirán haciendo preguntas y él no podrá contestarlas ya que no sabe quién se las hace y entre desconocidos uno no puede entenderse.



Julio Cortázar (En Papeles inesperados)

4 comentarios:

  1. El buen cronopio nunca creyó que el hábito hiciera al monje, y tenía razón.

    Salud, Betina.

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    1. Claro que sí. Lo que me preocupa es cómo le habrá ido al pobre cronopio en el interrogatorio con ese desconocido.

      Salud, Rob

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  2. Que ingenuos y sabios son los cronopios.
    Grande Cortázar.
    Besos.

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    1. Así es. Y lo segundo parecería ser consecuencia de lo primero, ¿no? Como los niños y su mirada del mundo, incontaminada, esencial.


      A Cortázar, además de admirarlo, lo quiero mucho. Pocos escritores me provocan eso.

      Besos, Jon.

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