Imagen: "Barco sonámbulo", Pavel Bergr

14 de junio de 2012

Una casa (2)

 
                                       Foto: Betina Zeta


Como conté en este post, anduve ayudando a mi padre a desocupar una casa, la de mi abuela. 

Ahora, en mi casa, hay:

  •  una enagua  de seda blanca, lavada, perfumada, radiante, que seguramente acompañará mis sueños en algunas noches de verano
  • una sartén enorme, que cocinó el relleno de unas empanadas saboreadas con amigos, en una grata velada
  • una asadera donde estrené una nueva receta de cocina
  • algunas tazas y platos de porcelana (no durmiendo en un aparador a la espera de "ocasiones especiales", sino usados casi cotidianamente)
  • un vestidito clásico,  arreglado, hermoseado y "estrenado" en el cumple de 50 de un querido amigo
  • un "solero" estampado con florcitas rojas y amarillas, que anduvo paseando conmigo por Boedo y tomando un café en el Margot
  • un abanico, que nunca está de más en la cartera de una dama
  • una biblioteca baja donde alguna vez estuvieron los libros de mi abuelo, y que hoy exhibe los libros, música y películas de O. y míos.
  • unos guantes de hilo azul marino, testigos del abrazo y feliz  encuentro con una amiga residente en MDQ, de visita en Bs As (no, no es la condesa!)

Esas cosas que algunas vez estuvieron vivas y luego fueron olvidadas (hasta por sus propios dueños), hoy llegan a mis manos y- desde allí- se suben una vez más a la rueda de la vida.

A mí me da alegría.


16 comentarios:

  1. ¡Adoré esa taza! y cedo el abrazo de guantes azules a cambio de un té en ella.
    Estoy de acuerdo con ud., las cosas están para ser usadas, para vivirlas y disfrutarlas; por eso no colecciono nada.
    Beso grande

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    1. Ja! Sabía que le iba a gustar la tacita... Con gusto le serviré un té ella cuando lo usté lo desee (la oferta incluye el abrazo, no me lo disprecie, chei! ;)

      Besos

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    2. ¡Cómo iba a despreciarle el abrazo! faltaba más...
      en realidad, lo que cedía a mi conciudadana eran los guantes azules que la recibieron primero.
      Abrazo desenguantado!

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    3. Aaaaah, ya me parecía... Quedamos así, entonces: té + abrazo sin guantes.
      Beso!

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  2. Ese té humeante... ¿es para la visita? ¡Gracias!

    Salut, Betina.

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    1. Claro que sí! Marrrrchen dos tés calentitos...

      Salut, Rob :)

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  3. Qué lindo!! Me trajiste muchos recuerdos de niña. Pucha, dónde habrán quedado esas enaguas tan bonitas que a escondidas usábamos con mi hermana para jugar? Lindo que esas cosas vuelvan a tener dueño :). Besos.

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    1. Quién te dice, por ahí hay alguna niña ahora jugando con ellas (ojalá)...

      Besos

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  4. Te felicito que las puedas conservar y darle vida nuevamente, yo solo me he quedado con algunas cosas, muchas se rompieron en el camino, se perdieron, etc etc.
    Conservo los pasaportes de mis abuelos maternos, cuando llegaron de España, fotos cuando tenìan su restaurante en San Telmo, la fotos de su boda, de todos los que se fueron me he quedado con algo simbòlico, de mamà una manta tejida de lana de llama que le compre en Purmamarca, no la lavè màs para seguir conservando su olor.

    Digo yo, que tendràn las tacitas que nos despiertan tanta locura a las mujeres..?? tiene algo màgico, no lo sè...

    Me encanto.!!

    Un beso.

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    1. Sí, en mi caso tampoco son objetos que tengan valor material; pero no se me da -como dije- por traerme cosas solo "como recuerdo", me gusta ponerlas en circulación.

      ¿Vos decís que a todas las mujeres nos fascinan las tacitas? Yo creía que era a la condesa, a vos y a mí, hasta ahora... :)

      Beso grande

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    2. Muero por esas tacitas!

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    3. Epa! Se va confirmando la teoría de VER...

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  5. Bue, Betina, yo tampoco tengo cosas de valor material..., las acciones que heredamos del Waldorf Astoria son solo papeles, y es un lieu muy molesto debido a que dos por tres se me aparece la Paris Hilton y es cuando me mudo al Soho Grand Hotel, pero es demasiado barato para mi categoría de gran señor, yo me fijo en esos detalles..., usté me conoce.
    O si no al Plaza, del que usté será habitué...En cuanto a tacitas..., tengo una colección proveniente de estos hotelcitos, todas cuidadosamente robadas.

    Besos.

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    1. Yo elegí no quedarme con objetos de valor material. Por ejemplo, podría haberme traido la diadema de esmeraldas de mi tatarabuela, el cetro de oro de mi bisabuelo, los 100 candelabros de plata o las 1000 copas de cristal de Baccarat... Sin embargo, opté por quedarme con unos guantecitos de hilo y 2 o 3 sartenes, porque ya desde chiquita, cuando correteaba por los jardines de palacio, prioricé la riqueza de espíritu por sobre la riqueza de ricos (y famosos).

      Soy la oveja negra, la hija pródiga, la mosca blanca, el oprobio de la familia.

      Pero las tacitas me las quedé, y me pertenecen legítimamente (no como algunos rascas que se las chorean mientas hablan de Hume en el lobby del Plaza).

      Besos, coquien!

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  6. Yo no guardo nada de mis abuelos. Lo único que logré reservar para mí era la alianza que usaba ella, o sea, la que mi abuelo le dio. Me gustaba decir que era el símbolo de que existen amores para toda la vida.
    Fue lo único que se llevaron unos ladrones furtivos de mi casa que realmente me dolió perder.

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    1. Entre las cosas que encontramos, también estaba la alianza de mi abuelo (que se llevó papá junto con su registro de conducir).
      Qué pena que te la hayan robado... Bueno, la mía también se la llevaron hace unos años unos ladrones (callejeros, en este caso), y también fue lo que más me dolió perder.

      Un beso, Malena. Bienvenida a la Luna.

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