Imagen: "Barco sonámbulo", Pavel Bergr

26 de abril de 2015

Voyager


Disco de oro a bordo del Voyager I


I
Corrientes y Callao, 7 de la tarde, paisaje típico. De pronto, algo ocurre. Se oyen estampidas y explosiones; el asfalto tiembla como si la tierra estuviera minada y los artefactos hubiesen comenzado a estallar en cadena.  
Una columna de humo negro y espeso avanza a ras del piso sobre la avenida Corrientes, proveniente del río. En escena entran bomberos y ambulancias, se escuchan sirenas, gritos. Todos corremos buscando refugio. Con un grupo entramos en un edificio antiguo lleno de oficinas, que van siendo ocupadas por pibes de la calle, "trapitos", oficinistas, señoras  mayores, mujeres jóvenes con sus hijos. La mayoría mira con desconfianza y recelo a los chicos de la calle. Ellos miran con desconfianza y recelo a todos. Todos nos acostamos en el suelo, esperando quién sabe qué cosa, cuidándonos quién sabe de qué.

II
Estoy rodeada de un grupo de adolescentes, chicas de entre 14 y 17 años. Yo me acerco a una vitrina. Ellas me siguen. Abro la puerta de la vitrina y veo un Topo Gigio, una calesita de madera a cuerda-tipo cajita musical-, una muñeca bebé de piernas chuecas -mi abuelo las llamaba "cachourizo"-, una pelota de goma, entre otras cosas. "Sé que para ustedes no significan nada", les digo a las chicas, "pero para nosotros-sus padres, sus abuelos- son verdaderas reliquias. Lo que pudo salvarse", digo. 
Y con mi dedo índice rozo cada uno de esos objetos, tratando de no llorar.

III
Con un grupo de personas llegamos a un refugio. Es un edificio común y corriente, con un hall de entrada grande. En el piso del hall hay decenas de objetos dispuestos en hileras, como si respondieran a alguna especie de clasificación. Son chucherías, un sinfín de adornitos baratos y de mal gusto.
Un anciano chino observa detenidamente la selección. Luego se agacha, levanta uno de los objetos y agitándolo delante de nuestras caras nos increpa diciendo: "¿Lo esencial? ¿Esto es lo esencial?..."
Luego sale a la calle hasta que lo perdemos de vista.
Nos quedamos mirando las hileras de objetos feos, inservibles, producidos en serie.
Afuera brilla el sol.



2 comentarios:

  1. Ahhh... Lo esencial. ¿Qué es lo esencial?... Sino esos objetos en sí mismos, posiblemente el vínculo que nos une a ellos. Esa capacidad que adquirieron, a pesar de ser objetos inanimados, de mostrarnos el camino hacia nuestro pasado, o de volver a ser quienes fuimos, al menos por un rato... A mí no me han quedado cosas físicas, sino recuerdos, que funcionan de esa forma. Algunos, ya desdibujados, son como la esencia de ellos mismos. La imágen de ese disco dorado me devuelve la sensación que me brindaba la lectura del famoso "Cosmos", de Carl Sagan. Esa maravillosa sensación de saber conscientemente que somos parte del cosmos... Y me conecta con sonidos, con la música de aquella serie. El Cánon, de Pachelbel, un tema de Roy Buchanan ("Fly Night Bird"), pero sobre todo con el canto de aquella pastora búlgara (https://www.youtube.com/watch?v=ZP29VyGOLnw&spfreload=10).

    Gratos recuerdos... Ojalá que encuentres esos objetos esenciales en circunstancias menos apocalipticas que las soñadas! Lo bueno de tu sueño es que el sol aún continúa brillando...

    Un abrazo, Betina!

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    1. Una pregunta tan difícil de responder que solo me animé a formularla en un sueño...
      En la vida "despierta", no siento demasiado apego por los objetos del pasado. Conservo un par de muñecas, pero verlas no me despierta ninguna emoción ni recuerdo en particular, aunque no sé qué pasaría si me encontrara, por azar y sin buscarlo, con algún otro objeto de mi infancia...

      No sabría responder la pregunta del anciano chino. Pero no estaría mal pensar qué pondríamos en la vitrina, si pudiéramos elegir. No se puede responder qué es lo esencial, cómo no podemos responder qué es el amor, la vida o la muerte. Esas cosas no se dicen, es imposible decirlas. Pero sabemos la respuesta. Por ejemplo, escuchando el canto de una pastora búlgara. Por ejemplo, mirando la luna en el cielo. Por ejemplo, abrazando a la persona que amamos.

      Muy apocalíptico mi sueño, sí. No muy diferente del mundo al que volví al abrir los ojos. Pero, en ambos casos, el sol estaba ahí.

      Un abrazo grande, Sinhué. Gracias por tu comentario y por las hermosas canciones que me llevaste a escuchar.

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