Imagen: Duy Huynh
El pintor llegó, abrió la escalera, se sentó arriba y sacó una tiza de
su bolsillo.
Luego dibujó en el aire la silueta de un caballo.
El caballo salió galopando y se perdió entre los árboles.
Al otro día, el pintor se subió a la escalera y dibujó en el aire la
silueta de un jinete.
El jinete miró en todas direcciones y salió en busca del caballo.
El tercer día, el pintor se subió a la escalera y dibujó en el aire la
silueta de un corazón.
El corazón comenzó a latir y salió volando, en busca de un cuerpo.
El cuarto día, el pintor se
subió a la escalera y dibujó en el aire la silueta de una red.
La red se elevó flotando, en busca de algo que atrapar.
El quinto día, el pintor se subió a la escalera y dibujó en el aire la
silueta de una mujer dormida.
La mujer soñó con un caballo y un jinete, que atrapaba un corazón con una
red.
El sexto día, la mujer despertó.
El séptimo día, el pintor cerró la escalera, guardó la tiza en su
bolsillo, y se fue.
Buscaba El pintor de Interpol y me encontré acá, qué loco. Buscaba belleza y me encontré con una belleza inesperada. UN abrazo.
ResponderEliminarJa, me gustan estos encuentros inesperados, y me gusta que te haya gustado mi cuentito.
Eliminar(ahora yo me voy a buscar el pintor de Interpol, a ver de qué se trata :)
Abrazo, pibe.
Tiene ritmo de corto animado, muy lindo.
ResponderEliminarNo lo había pensado, pero sí, podría convertirse en un corto...
EliminarGracias por tu comentario.
Una incredulidad dibujar en el aire criaturas que sueñan y pretender salir indemnes... habrá medido las consecuencias el pintor?
ResponderEliminarLindo microrrelato, parece un sueño...
Credulidad... quise decir. Ingenuidad...
ResponderEliminarDibuje, Betina!
Al pintor, por las dudas, habría que advertirle la suerte que corrió el doctor Frankenstein... :)
EliminarMe alegra que te haya gustado, Sinuhe (seguiré dibujando o soñando...y haciéndome cargo de mis criaturas!).