Me sucede muy a menudo
mientras camino por ahí. Comienzo a cantar una canción o a tararear una melodía
que irrumpe en mi cabeza de la nada, de sopetón, porque sí.
“¿Por qué estoy cantando
esto? ¿De dónde salió?”, suelo preguntarme. Y casi siempre la respuesta es: no
tengo idea. Son canciones que escapan de
toda lógica; aparecen sin avisar y así, de pronto, me encuentro cantando:
Palomitas enamoradas/ en el aire parecen los pañuelos/
que levantan vuelo y muy juntas van/ con gracia y donaire siguiendo el compás… Para enganchar unos pasos más adelante con Willkommen, bienvenue, welcome/ Mjumju,
étranger, stranger/ mjumji,mjumjiju*, je suis enchanté/ happy to see you, mjumju,
reste, stay. /Wilkommen, bienvenue,
welcome, im Cabaret, au Cabaret, to Cabaret… Y luego, quizás: Suave,
cómo me mata tu mirada / Suave, como el perfume de tu pieeel/ Suave,
tarararara** /como siempre te soñé / como siempre te soñeeeeé…
Y así.
Siempre me sorprende este
asalto musical. No responde a ninguna causa, es un repertorio aleatorio,
caprichoso, sin ton ni son. “Por algo aparecen esas canciones”, dirá algún
manual de psicología barata y zapatos de goma. Sí, supongo. Como los sueños.
Pero yo prefiero no interpretar nada y disfrutar de ese loco jukebox que viaja
conmigo y que musicaliza mis caminatas sin que pueda prever dónde va a caer la
ficha en la próxima baldosa.
* Términos
provenientes del alemán, según mi
personal evocación fonética.
** Ni idea qué dice ahí (en español).